Por Miguel Cruz Tejada para El Nuevo Diario



Una joven dominicana demandó a su madrina, acusándola de haberle estafado $1 millón de dólares que recibió como compensación por la muerte de su madre, quien pereció en el ataque terrorista del 11 de septiembre del 2001. Shanhellen Ledesma Jiménez quien junto a su hermana Angelina, quedó huérfana de madre y ambas eran menores de edad, cuando su progenitora Elena Ledesma, madre soltera y que trabajaba en la empresa Marsh & McLennan como supervisora de limpieza en el piso 93 de la Torre Norte, murió junto a otras miles de víctimas de la asonada.

Ella tenía 12 años de edad y estudiaba el Séptimo Grado de la escuela primaria y su hermana 17, cuando el gobierno federal depositó la suma en un banco a su nombre, pero debió esperar, acorde con las leyes estadounidenses cumplir los 18 para poder recibir el millón.



Su hermana fue beneficiada con otros $800.000 dólares.

Luego de la tragedia, su abuela pidió la custodia de las hermanas, pero la mujer sufría de diabetes crónica, tenía que inyectarse insulina diariamente y se tomaba 20 pastillas diferentes por lo que se le negó la tutela.

En esa situación, Yolanda Reyes, madrina de la menor de las hermanas y cuya familia era económicamente apoyada por la madre de la demandante, que ganaba un sueldo de $400.00 dólares a la semana, apareció para hacerse cargo de las menores de las que se comprometió a cuidar como a sus propias hijas.

Recibido el dinero, Shanhellen destinó una parte importante de la suma para ayudar a su madrina a cuya familia les compró vehículos, televisores, muebles y casas en la República Dominicana.

Del millón gastó $200.000 en esos menesteres y porque según afirma, se sentía obligada a ayudar a su madrina.

Con su inexperiencia en finanzas y no sabiendo qué hacer con el dinero restante, fue convencida por Reyes para que invirtiera en Santo Domingo en bienes raíces y otros negocios, pero le advirtió la madrina que como la joven no era ciudadana dominicana, era ella (Reyes) quien debía hacerlo.

Confiada en la mujer que por seis años la crió, la mimó, le dio de comer y vestir y la cuidó, Shanhellene le entregó los $800.000 dólares para que hiciera la inversión. Años más tarde, sostiene la demandante en los documentos de la corte, el dinero comenzó a desaparecerse como por arte de magia, sin que se le informara sobre el manejo de la fortuna.

Las hermanas que crecieron en la pobreza en el vecindario Williamsburg de Brooklyn y recuerdan que si se ponían un par de zapatillas nuevas al año, “era un milagro”, se fueron a vivir con la abuela que residía al otro lado de la calle en la calle Tercera, pero la anciana a la que llaman “mamá” no pudo cuidar de ellas y las entregó a la madrina, que vivía dos pisos más abajo en el mismo edificio.

Shanhellen accedió, pero su hermana que ya había recibido sus $800.000 decidió irse a vivir por su cuenta, al cumplir los 18 años de edad. “Más que una hada madrina, la señora Reyes ha demostrado ser más que una chupa sangre y parásito”, dice la joven ahora de 22 años.

Sin dinero, viviendo de cupones de alimentos que le da el gobierno y con cinco meses adeudados por la renta de su apartamento, la dominicana se encuentra en una situación calamitosa luego de haber tenido tanto dinero en sus manos.

Reconoce que sus primeros años criándose con su madrina, el esposo de ésta Juan Reyes, su madre Cándida Hernández y su yerno Manuel Núñez, fueron felices, pero recuerda que su mamá, también los ayudaba a en todo lo que necesitaban con el salario de los $400.00 dólares.

“Ellos realmente me hicieron la vida más cómoda, pero con el paso de los años, me lavaron el cerebro, me decían que mi hermana no se preocupaba por mí y me prepararon hasta que cumplí los 18 para que les diera el dinero que recibí por la muerte de mi madre”, agrega.

Le dijeron además que la enseñarían a manejar vehículos si le compraba un automóvil al señor Reyes, lo que hizo regalándole un Chevy Trailblazer de $12.900 dólares, pero luego de varios días, la enseñanza terminó sin darle explicaciones y se quedaron con la llave del coche.

El millón, el gobierno se lo entregó en el 2007 y de inmediato, relata, la madrina le cayó encima presionándola para que le entregara el dinero. Se vio obligada a comprarles a los Reyes joyas caras, pagar la remodelación del apartamento, televisores de pantallas planas, ropas y hasta muebles nuevos para la vivienda.

“Tenía también que comprarle muchas prendas y la comida semanal para todos, además de darle dinero para que lo gastara en juegos de azar”, narra la joven. Le compró una cama quiropráctica para que la marina dejara de sufrir de fuertes dolores de espalda que la aquejaban.

Luego de ser convencida para la inversión en la República Dominicana, les pagó vuelos en primera clase a los Reyes y viajó con ellos para comprar las propiedades. Todo el dinero lo invirtió entre el 2007 y el 2009 en un Car Wash (lavadero de carros) que por las noches era un bar, pero era operado y estaba a nombre de la madrina.

“Ella me dijo que como yo no había nacido en la República Dominicana, todas las propiedades compradas con mi dinero tenían que ser puestas a su nombre”, explica Shanhellen. “Me cegó diciéndome que mi dinero aumentaría en más de $1 millón en dos años y enviaba el dinero para el negocio, pero nunca supe si fue usado para eso, porque nadie me informaba lo que se hacía”, expresa.

Angelina dijo por su lado que su hermana se sintió obligada a comprar cosas para los Reyes. “Me gustaría ver que puedan tener una nueva lavadora y buenos televisores”, le decía Shanhellen a la hermana, la que le explicaba que no les debía nada a la madrina ni a ninguno de sus familiares.

“Pero, mi hermana, no conocía el valor de lo que es un dólar”, añade Angelina. En la medida en que el dinero se fue reduciendo, el negocio se fue a pique y los Reyes comenzaron a tratar con indiferencia a Shanhellen. La situación la afectó en tal grado que comenzó a sufrir de depresión, por lo que su hermana tuvo que acudir nuevamente a su lado.

Angelina, también perdió sus $800.000 cuando la crisis inmobiliaria de los Estados Unidos. Buscaron asesoría jurídica y decidieron entablar una demanda por estafa en menor cuantía contra la madrina, el esposo de ella y su yerno en un intento por recuperar su fortuna.

Y llevaron el caso a la Corte Civil de Brooklyn donde la semana pasada, la magistrada Noach Dear, dictaminó que ciertamente los Reyes estafaron a la demandante por cientos de miles de dólares. “La señora Jiménez ya ha sufrido bastante con la pérdida de su madre en el 9/11 y no puede volver víctima de nuevo”, escribió la jueza en la decisión.

Mientras tienen la esperanza de que un abogado las ayudará a recuperar el dinero, las hermanas Jiménez tienen ahora que trabajar como cajera y ama de llaves, respectivamente y tienen pendiente el pago de los cinco meses de renta por la vivienda que ocupan.

Los Reyes negaron que se hayan aprovechado alguna vez de la joven y prometieron que inmediatamente se venda la propiedad en Santo Domingo, acordarán un plan para comenzar a pagarle.

La madrina dijo que “abrimos nuestras puertas para ella por años, vivió aquí y nosotros nos ocupamos de todo en su vida. “Si bien nos dio regalos, nosotros le dimos techo, comida y una familia”.