Hoy, una vez más llega  al día de tu natalicio y en esta ocasión he precisado escribirte estas líneas, para en ellas expresarte lo que como dominicano veo y siento, acerca de la realidad que vive la patria que en muchas noches soñaste y que ayudaste a erigir, la cual te fue la causa de muchos de tus desvelos y que fue la llama, que como lepra, devoró tu vida.



Muchas realidades objetivas han cambiado desde aquel día 27 de febrero de 1844, muchos son los adelantos de nuestra época postmoderna, que deberían permitir que tus hijos dominicanos viviesen una realidad social diferente a la que hoy les golpea, pero esto no ha sido posible, porque los herederos morales y políticos de Buenaventura Báez y Pedro Santana, se han entronizado en el poder, para desde ahí, envilecer tu obra.

Percibo, que donde te encuentras te sientes solo, y no precisamente porque no seas digno de habitar en el corazón de tus compatriotas, sino porque el egoísmo es tan grande en tantos corazones, que eso no le permite a muchos seguir tu ejemplo de servir al prójimo.



He leído, como la historia narra que sacrificaste la fortuna familiar en aras de la independencia, y hoy veo a los políticos que nos han desgobernado, sacrificar el futuro de las pasadas, presentes, y futuras generaciones, con el insano fin de enriquecerse a costillas del pueblo. Mientras el patrimonio económico de tu familia mermó, fruto de su compromiso con la causa de independencia, la riqueza de nuestros gobernantes crece de manera geométrica, ya que ellos están comprometidos con el robo, y son ellos con su mal ejemplo, los que han opacado tu legado.

Cuando los jóvenes escuchan mencionar tu nombre en boca de políticos deshonestos, no le prestan mucha atención a la historia de tu ejemplo y sacrificio, porque con mensajeros tan inicuos, el mensaje de ellos acerca de ti, llega distorsionado por su propio mal ejemplo.

Este 26 de enero, volverán los políticos a las plazas públicas que llevan tu nombre y desde allí volverán a manosear con sus manos sucias tu historia, y de esta forma asegurarse que estés bien muerto en los corazones del pueblo, para ellos así continuar con su festín de buitres y terminar de repartirse los despojos que quedan del país.

Pero, yo tengo fe de que no muy lejano vendrás de nuevo, y lo harás vestido de pueblo, a escarmentar a los corruptos que han abusado y traicionado tu ejemplo. Sé que no te quedaras petrificado en las plazas de cemento y granito, donde hoy eres preso, que brotaras en los barrios y escuelas, y con voz de trueno pondrás el sello de la infamia, en las pequeñas frentes de los traidores.

Yo esperaré ese día, sea siendo persona viviente o ceniza inerte, porque contrario a lo que nos han vendido, no eres un santo y eso hace posible, que en el pueblo pueda resucitar la grandeza de tu ejemplo.

Por Jackson Pichardo desde la ciudad de Nueva York