Por Robinson Galvez Lay

Siempre fui de opinión, humilde por cierto, que no estaba de acuerdo con la propuesta que le hiciera a los partidos políticos el presidente de la Junta Central Electoral (JCE), Roberto Rosario, sobre la creación de una Gerencia de Cómputos integrada por tres personas, incluyendo entre ellas al propio Franklin Frías. Miren por qué.



Un problema tan serio y de tanta envergadura como ese, y que tanto tiempo se le dio (para nada), cómo es posible que el mismo que mantiene el problema de ese organismo valla a ser la solución con otro Centro de cómputos?



Si Franklin Frías es ahora la piedrita en el zapato, no hay forma de llevarle a la sociedad que una supuesta Gerencia de Cómputos donde esté el propio Frías, pueda tener solución, si es precisamente su presencia lo que manda poca confianza.

Sin ser Michael Nostradamus, ni mucho menos, mantuve la opinión que ese problema sólo lo resolverían Miguel Vargas Maldonado y Leonel Fernández, ambos presidentes de los principales partidos, sin embargo aún no se ha resuelto tal problema, porque entendemos que faltó algo más.

A esto se le dio larga, se postergó el caso adrede, para buscar una salida vacía, sin sentido, y absurda, y lo peor de todo es que hay una sociedad callada al respecto, tratando de querer confundir al ignorante con que ya el problema está resuelto, y no es así.

Tampoco fue bien vista la inclusión de un familiar del Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, como parte de los miembros de la nueva Gerencia de Cómputos, sin tomar en cuenta la repercusión que tiene éste nuevo ingrediente al tema que tanto ha dado de qué hablar.

El Cardenal olvidó que la inclusión o recomendación de un sobrino suyo para ser parte de la “solución” de ese problema, deja claro entrever que la Iglesia Católica está de lleno en los asuntos políticos del país, y no así en solucionar los problemas inherentes a la política misma.

La Iglesia Católica no está para ser parte de la truquimañería del ámbito político nuestro, está para que sea la mediadora entre la clase política y la propia sociedad, pero con ese papel de un sobrino del Cardenal nos quita, con facilidad, la esperanza de mediadora.

Otro ingrediente olvidado departe de nuestro Arzobispo, es que las demás religiones podrían cuestionar la católica, que con razón o no de ellos, ésta calló en un gravísimo error. Aunque hay tiempo para solucionarlo si se quiere.

Aún con la firma de ese pacto, Miguel-Leonel, somos de opinión de que antes de las elecciones se puede hacer algo más, que deje a una sociedad satisfecha, y que no se nos enrostre en la cara una burla más de nuestros actores políticos, porque en honor a la verdad, a mí no me satisfizo el pacto, mucho menos la dizque “solución”.

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