Cuando leímos la obra “El Coronel no tiene quien le escriba” de ese coloso de las letras, periodista, novelista, intelectual, historiador, etc., el colombiano Gabriel García Márquez pensábamos que lo escrito era el relato de una simple historia y punto. Así lo fue inclusive.

En esta novela el escritor trató la historia de aquél coronel que esperaba la pensión que nunca llegó, y que siempre se quedó esperando, sin tener si quiera una esperanza esperanzadora (valga la redundancia).



García Márquez hizo suyo, con esta obra, las tantas inquietudes que durante años han existido en todos los pueblos, por la falta de atención al desvalido, al vulnerable y al olvidado, lo que a su vez y en otras palabras le dio participación a la desigualdad social.

La República Dominica, al igual que el Coronel, tampoco tiene quien le escriba, ni cuenta con los mejores hombres y mujeres para ello, sino con personeros cuyo único objetivo es lograr conseguir lo que quiere, tanto para ellos como para los suyos.



Y esto es un túnel larguísimo del que no logra ver la luz al salir de él la tan sufrida República, esa misma que ha tenido que enfrentar y sufrir los desafueros de quienes la gobiernan y han gobernado y de quienes la conducen y han conducido medalaganariamente.

Ya hablé del transfuguísmo en un artículo anterior, poniendo como ejemplo el inicio de la República, tema que tampoco vemos a nuestras autoridades hacer nada para que esa práctica sea cosa del pasado y que sigue en la palestra como que no pasa nada.

La corrupción administrativa, desde el Estado mismo, es otro caso que nadie hace nada para que merme ante los nobles ciudadanos, que tanto esperamos que algún día eso llegue a suceder para, por lo menos, dejarnos un accionar de aliento.

Lo último que está en el tapete es la construcción de una estación o base naval en la Isla Saona, en un lugar de tanta importancia, y que de hacerse sería una estocada al turísmo mismo y a la propia tranquilidad que impera en el sector y entorno.

La República Dominicana necesita, del partido que sea, de regidores, alcaldes, y senadores que velen por ella, obviamente estos tienen que estar acompañado de un presidente y vicepresidente, un procurador y fiscal, un presidente de la Suprema Corte, que haga un buen funcionamiento de sus responsabilidades.

Mientras esta sociedad siga votando cada cuatro años por uno u otro partido, pensando en el estómago, en un pote de ron, alimentando así el clientelismo, seguiremos siendo el mismo país del trasfuguísmo, la corrupción, los empréstitos, el saqueo y el descaro.

¿Quién o quiénes se casarán con la gloria, tratando de que algún día esto llegue a pasar de una utopía a una realidad? Tratémoslo, que podemos.

Escrito por el periodista Robinson Galvez Lay