CIUDAD DEL VATICANO. El papa Benedicto XVI denunció este sábado durante la vigilia pascual la «amenaza» que supone para el hombre contemporáneo «la oscuridad sobre Dios y los valores», en una época en que sus muchos conocimientos le confieren un poder «increíble».
«Si Dios y los valores, la diferencia entre el bien y el mal, permanecen en la oscuridad, entonces todas las otras iluminaciones que nos dan un poder tan increíble, no son sólo progreso, sino que son al mismo tiempo también amenazas que nos ponen en peligro, a nosotros y al mundo», advirtió el Papa, que centró su homilía en «la luz» de la Resurrección de Cristo.
Benedicto XVI ilustró su visión de las cosas con una imagen: «Hoy podemos iluminar nuestras ciudades de manera tan deslumbrante que ya no pueden verse las estrellas del cielo (…) En las cosas materiales, sabemos y podemos tanto, pero lo que va más allá de esto, Dios y el bien, ya no lo conseguimos identificar», añadió.
Joseph Ratzinger se dijo inquieto por el «no» del hombre contemporáneo occidental a la trascendencia.
«La materia prima del mundo es buena, el ser es bueno en sí mismo. Y el mal no proviene del ser, que es creado por Dios, sino que existe en virtud de la negación. Es el ‘no'», aseveró.
«Con la resurrección de Jesús, la luz misma vuelve a ser creada» para iluminar al hombre, dijo el obispo de Roma.
Benedicto XVI habló también de la necesidad de unidad en la Iglesia, en apuros por la existencia de numerosas corrientes. Para ello recurrió a la imagen de la cera del cirio pascual, fruto de «la labor de las abejas».
«La cooperación de la comunidad viva de los fieles en la Iglesia es algo parecido al trabajo de las abejas (…) Podemos ver así también en el cirio una referencia a nosotros y a nuestra comunión en la comunidad de la Iglesia, que existe para que la luz de Cristo pueda iluminar al mundo», añadió.
El sumo pontífice administró el bautismo a ocho adultos, tres hombres y cinco mujeres, de nacionalidad alemana, italiana, albanesa, turkmena, estadounidense, eslovaca y camerunesa. Luego recibieron también los sacramentos de la confirmación y la comunión.
La larga ceremonia comenzó dos horas y media antes con la preparación del cirio pascual en el atrio.
Tras la ritual bendición del fuego y la preparación del cirio pascual, el Santo padre lo llevó a través de la enorme basílica sumida en la oscuridad, seguido por sacerdotes y obispos.
Transportado sobre una plataforma con ruedas, el sumo pontífice recorrió la larga nave central con el cirio en la mano. Al proclamarse el «Lumen Christi» («Luz de Cristo»), miles de velas se encendieron y se prendió la luz en toda la basílica, simbolizando el paso del mundo de la muerte y el pecado al de la verdad y la vida.
AFP