LOS ÁNGELES. Los amantes del cannabis celebran este viernes el Día Internacional de la Marihuana, o «Día 420» en alusión a la cifra que identifica a los consumidores de esta droga, con fiestas, descuentos en dispensarios legales y actos por la legalización.



El 20 de abril «es el día feriado para la gente que ama la marihuana», dijo a AFP Dave Brian, editor de la revista especializada ‘The 420 Times’ con sede en Burbank, al este de Los Ángeles, California.

Según esta publicación, el año pasado 10.000 personas se reunieron en la Universidad de Colorado (oeste de Estados Unidos) para fumar marihuana.



Este año, NORML, una ONG que recauda fondos para promover la legalización de la hoja de siete puntas, prepara un gran evento en el condado de Orange (al sur de Los Ángeles). Además, los fumadores organizan fiestas privadas y los lugares legales de venta de marihuana ofrecen descuentos especiales.

Por ejemplo Kushmart, un dispensario que ofrece desde el corazón de Hollywood la variedad «O.G. Kush, que es 1/3 más fuerte que cualquier otra variedad gracias a que tiene 32,9% de THC -la sustancia psicoactiva-«, propone en su web «rebajas del 50% y más».

Los activistas además quieren convertir el «420» -un código de origen incierto asociado al consumo de marihuana en California desde hace décadas- en un «Día de acción» para protestar contra las medidas del gobierno federal en el último año contra los dispensarios.

El gobierno federal ha cerrado todos los dispensarios de San Diego (sur de California) y de pequeñas localidades de California, según Brian. La redada más notoria tuvo lugar el 2 de abril en la Universidad de Oaksterdam, que enseñaba en Oakland (cerca de San Francisco) el cultivo de la marihuana y los entretelones financieros y legales del negocio.

«El presidente (Barack) Obama prometió al principio de su gobierno que respetaría las leyes estatales de la marihuana medicinal. Rompió su promesa una y otra vez», señala la petición en línea Change.org, firmada por casi 24.000 personas para solicitar el «fin de las redadas contra la marihuana».

Según el editor de ‘The 420 Times’, el gobierno federal «cierra los dispensarios que están entre 150 y 300 metros de una escuela o zonas sensibles».

Pero, además, ciudades pequeñas como Misión Viejo (entre San Diego y Los Ángeles), cuyos gobiernos se oponen a la marihuana medicinal, «han gastado cientos de miles de dólares para eliminar los dispensarios de su ciudad».

Y, «como no pueden costear las demandas que luego les entablan estos negocios, piden al gobierno federal que les ayude» gracias a los vacíos legales de la normativa actual.

Es un tema espinoso. La portavoz del Departamento de Justicia, Laura Sweeney, dijo al Huffington Times el jueves que «las acciones tomadas por los fiscales federales responden a las preocupaciones de las comunidades por la proliferación de distribuidores de gran escala, que claramente están por fuera de la definición de terapia individual».

El consumo de marihuana con fines medicinales es legal en California y otros 15 estados de Estados Unidos, además del Distrito Federal.

La normativa funciona distinto en cada estado, pero en general los gobiernos locales expiden carnés («Pharmacy Card») a los pacientes cuyo doctor les ha recomendado consumir marihuana para aliviar enfermedades crónicas, que pueden ir del sida y el cáncer hasta el insomnio o el asma.

No obstante, hecha la ley, hecha la trampa: es «asombrosamente fácil» conseguir una «Pharmacy Card», aseguró a AFP un fumador con fines recreativos que no quiso dar su nombre, y que la consiguió en Los Ángeles pagando sólo 40 dólares a un médico al que le aseguró que sufría insomnio.

«Eso es entre el paciente y el doctor», dijo Brian. «Hay gente que quiere que el consumo sea sólo médico y otros que aseguran que el consumo con fines recreativos ya es, de por sí, medicinal».

Un estudio de Gallup de 2010 muestra que el 70% de los estadounidenses están a favor del uso medicinal de la hierba.

El discurso por la legalización está ganando impulso en la política de alto nivel. El fin de semana pasado, líderes de las Américas decidieron en Colombia estudiar alternativas a la guerra contra las drogas, lanzada hace 40 años y que se ha cobrado centenares de miles de muertos.

Obama, si bien reafirmó la política prohibicionista de su gobierno, aceptó iniciar un diálogo en ese sentido.