La forma de funcionar del cerebro humano ha cambiado drásticamente. Según los neurólogos, los cambios se deben a la llegada de internet.
Las nuevas tecnologías -internet, redes sociales, telefonía celular- que han irrumpido en nuestras vidas modificaron radicalmente las rutinas habituales. Hace unos 10 años llevábamos en la memoria con facilidad decenas de teléfonos de nuestros familiares y amigos. Y ahora si de repente se apaga la batería del celular es posible que no se pueda recordar ni un solo número para comunicarse con un amigo.
«Las nuevas tecnologías cambian paradigmas. De esta manera, las formas de procesamiento que eran habituales en generaciones anteriores empiezan a cambiar. Las conversaciones hoy no son lineales, sino que se dan en paralelo», asegura Ricardo Allegri, jefe del Departamento de Neurología Cognitiva de la Fundación para la Lucha contra las Enfermedades Neurológicas de la Infancia (Argentina), según recoge La Nación. Para él, esta es también la explicación de por qué un hombre ‘moderno’ es capaz de mantener al mismo tiempo varias conversaciones diferentes a través de Twitter, SMS y chat, sin inconvenientes.
La memoria episódica se vuelve menos efectiva que antes: la actividad que antes tenía el cerebro ahora se delega en los aparatos, explica Allegri. Al mismo tiempo, descargar parte de la memoria en internet significa que una persona ahora puede usar sus capacidades para procesar e interrelacionar muchas más informaciones diversas. Desde este punto de vista la ‘digitalización’ de la vida cotidiana tiene un efecto positivo y nos facilita la memoria del trabajo, insiste.
Sin embargo, Tracy Alloway, experta en Psicología Cognitiva de la Universidad de Stirling (Escocia), por su parte, acentúa que las diferentes redes sociales tienen un impacto distinto en el cerebro humano. Según la experta, el uso de Twitter, a pesar de poner al cerebro en contacto simultáneo con infinidad de personas que discuten una misma información, podría disminuir la memoria de trabajo. «Nos insta a realizar actividades muy breves y cortas. Con Twitter, que se basa en mensajes de 140 caracteres, utilizamos muy poca información en cada mensaje», explica.
El caso de Facebook, según ella, es totalmente diferente. Usarlo podría servir para aumentar tanto la memoria de trabajo como el coeficiente intelectual verbal. Basa sus conclusiones en el experimento que realizó sobre un grupo de jóvenes. Dividió a 388 voluntarios en equipos, unos compuestos por gente que llevaba más de un año usando Facebook y otros que consistían en jóvenes que contaban con menos tiempo en esta red. Todos los participantes fueron sometidos a distintas pruebas vinculadas con la memoria y el lenguaje.
Los usuarios experimentados de Facebook mostraron una mayor puntuación en todas las pruebas. Este resultado permitió a Alloway concluir que la ‘costumbre’ de comprobar el estado de un amigo y sus actualizaciones, es decir, descartar los conocimientos previos y aprender de una manera muy rápida una nueva información, es «un importante predictor del coeficiente intelectual verbal».
Ryota Kanai, del Instituto de Neurociencias Cognitivas del Colegio Universitario de Londres (Reino Unido), por su parte descubrió una relación directa entre el número de amigos que una persona tiene en Facebook y el tamaño de ciertas zonas del cerebro. Su equipo escaneó el cerebro de 125 estudiantes, todos usuarios de Facebook. Luego, compararon los resultados con el número de amigos que cada uno tenía, tanto en la red como en el mundo real.
«Concluimos que cuantos más amigos tenía una persona en esta red social, mayor era su volumen de materia gris en cuatro zonas del cerebro, entre ellas la amígdala, asociada a la respuesta emocional y la memoria. Creo que la razón por la cual se encontró dicha correlación tiene que ver con el impacto de la actividad social ‘on line’ de las personas», comenta Kanai. Al mismo tiempo, el neurólogo admite que el tamaño más grande de las cuatro regiones podría reflejar un nivel general de sociabilidad o de extroversión de los voluntarios, es decir, marcar que estas personas ‘anatómicamente’ están predispuestas para tener más amigos.
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