Las cifras del turismo en la República Dominicana hablan por sí solas. En medio de la crisis global, este sector subió en el 2011 casi un 5% con respecto al año anterior. No solo eso. Mientras Estados Unidos aporta casi un millón de turistas de forma anual, países como Rusia han duplicado el número de viajeros en cuestión de doce meses.

«Es increíble. En 2002, solo entraron oficialmente a la República Dominicana unos 280 rusos, y ahora están llegando casi 150.000», asegura la cónsul de Rusia en el país caribeño, Virginia Velázquez. Un crecimiento turístico que todavía no viene de la mano de importantes inversiones empresariales rusas, aunque Virginia augura que «vendrán más pronto que tarde».



España, cabeza de león

Ese recorrido por el que apuesta esta diplomática ya lo han realizado otros países como España, cuyos empresarios, a día de hoy, son cabeza de lanza del sector turístico. En el ámbito hotelero, las compañías españolas poseen mas del 40% de este pastel, que se encuentra ubicado en un punto privilegiado del globo, asi lo afirma el portal actualidad.rt.com

«La marca Caribe funciona de manera excelente. Sin duda, este país está bendecido por sus playas y por su clima, lo que hace que solo pueda crecer más y más en su actividad turística», sostiene Jesús Durán, director del grupo español hotelero Piñero, el más importante en esta perla caribeña.



En la República Dominicana, Piñero ha levantado 11 hoteles y ha construido más de 5.000 habitaciones desde que aterrizó en 1995. Han sido testigos de la evolución de los turistas estadounidenses o italianos, y también creen que pasará con los rusos. «Primero viene el turismo vacacional, que con el paso de los años y tras repetir varias veces, se acaba convirtiendo en residencial. Ahí comienzan a comprar apartamentos o villas», afirma Jesús. El grupo Piñero apostó por la Republica Dominicana y, según su director, el país le está retribuyendo todos los riesgos que asumieron.

Asimismo, Jesús sostiene que esta isla del Caribe se ha posicionado, según el Financial Times, como el segundo mejor país de la región para invertir debido a su estabilidad política y a sus bancos saneados.

Desde la perspectiva de la cónsul rusa, «el turismo y la inversión son una pescadilla que se muerde la cola. Vienen los turistas y eso implica la necesidad de hacer carreteras, de crear infraestructura y generar servicios. El país mejora y entre tanto vienen los inversores a meter más dinero a la nación».

¿Espejismo o maná?

Otro asunto diferente es si esa riqueza que se crea con la llegada de las inversiones cala realmente en las capas sociales más empobrecidas o simplemente se evapora en el camino. En ese sentido, algunos dominicanos creen que las inversiones extranjeras son como un espejismo en el desierto para sus ciudadanos. Están ahí, pero casi nunca se convierten en algo tangible.

La otra cara de esa realidad la ha visto de primera mano Pablo Goyeneche, director de Sididom, una empresa del sector de la construcción que se implantó hace casi 6 años en el país caribeño.

Este madrileño, de 32 años de edad, dejó España cuando la burbuja inmobiliaria seguía hinchándose, el ‘boom’ de la construcción estaba en su cenit y la especulación campaba a sus anchas.

El panorama que se encontró Goyeneche al otro lado del charco, como dicen de forma coloquial los peninsulares, fue muy distinto. «Cuando quería visitar algún lugar -situado quizá a 300 kilómetros- para evaluar sus posibilidades turísticas y de construcción, me llevaba muchas horas llegar allí. A veces, tenía que hacer noche porque el acceso a ese pueblo era muy complicado. Eso sí, luego los paisajes no decepcionaban. Eran impresionantes».

Goyeneche es consciente de que en ocasiones los inversores buscan beneficios rápidos, pero él no se quiere subir a ese carro. «Nuestra filosofía es desarrollar proyectos y aumentar la riqueza en el sector, pero queremos que repercuta en las empresas locales y en la mejor formación de los dominicanos. Queremos sumar nuestro granito de arena y, evidentemente, si lo hacemos bien también saldremos ganando nosotros».

A su vez este empresario dice que en el último lustro ha habido un antes y un después en el país. «Percibo que la República Dominicana está en constante crecimiento. Turismo, medio ambiente u obras públicas son solo un ejemplo».

El director del grupo Piñero rema hacia misma dirección. «En los medios de comunicación extranjeros solo escuchamos lo malo de República Dominicana. Solo lo negativo. No sé por qué no se destaca la hospitalidad de la gente y la gran oportunidad que hay de hacer negocios».

El papel de los países emergentes

Recientemente países como Brasil o Rusia han dado muestras de que ubican perfectamente en el mapa al país caribeño. Entre otros asuntos, confiesa Goyeneche que es por eso que puso sus pies en estas tierras dominicanas. «Ahora hay nuevos mercados que son muy interesantes, ya que están creciendo de forma exponencial. Por ejemplo, el rol de Rusia va a ser muy importante en los próximos años. Ya es emisor de turistas y se transformará en inversor con sus empresas».

Según estudios recientes de competitividad, la República Dominicana aparece bien situada en la fotografía global. La nación ha mejorado en el incentivo fiscal y en las facilidades que tiene ahora el empresario internacional para hacer negocio. Sin embargo, también se avista una travesía larga por recorrer.

El director de Sididom pone en su punto de mira la necesidad de construir puentes entre inversores y oportunidades que el país ofrece. «A día de hoy nuestro valor es combinar el conocimiento de saber cómo funciona el país con la formación que tenemos en otros mercados europeos. Es fundamental conocer el mercado antes de tirarse a la piscina… Y nosotros ya nos hemos mojado tras muchos años de trabajo».

A cientos de kilómetros de la Republica Dominicana, playas como Punta Cana suenan ya como un símbolo del turismo mundial. Es independiente de si el viajero vive en Moscú, Buenos Aires, Berlín o Caracas. Sin duda, el país ha conseguido construir una marca global y ha consagrado sus paisajes en la retina de muchos extranjeros. Sin embargo, recordaba hace unos meses un dominicano, «Punta Cana es solo una de las muchas joyas que se encuentran en el país. Quedan muchas por descubrir».