No se trata de un defecto del vestuario ni de iluminación: el Intimacy 2.0 se vuelve transparente por sí mismo cada vez que quien lo usa se excita sexualmente. Ese fue el objetivo de Daan Roosegaarde, un artista y diseñador que creó, junto con su laboratorio de diseño social Studio Roosegarde, un vestido capaz de volverse más revelador cuando el corazón se acelera y las hormonas se activan ante alguien que nos gusta.
El estudio, con base en Holanda y Shangai, realizó la prenda con materiales y tecnología que interactúan con el cuerpo y el diseño de Intimacy estuvo a cargo de Anouk Wipprecht, que trabajó con cuero y láminas electromagnéticas que monitorean el pulso del corazón. Cuanto más se aceleran los latidos, más transparente se vuelve el vestido, que puede ser blanco o negro.
«Se crea una situación de control tal que quien lleva el vestido o quien lo observa tiene influencia en la manera en que se ve la ropa», dice Roosegaarde, en una entrevista para el periódico The Daily Beast. El vestido también utiliza tecnología inalámbrica, electrónica, leds, cobre y otras tecnologías que combinadas permiten que todo quede a la vista. El Intimacy 2.0 ya recibió premios en China y Holanda, mientras busca un mercado de compradores dispuesto a mostrarlo todo.
Cada vestido tiene un microchip diminuto con un programa especial para detectar diferentes comportamientos del cuerpo y con ellos disparar la modificación del material, de opaco a transparente. «Con algunas personas uno quiere mostrar más y con otras menos», dice Roosegaarde, respecto a las modificaciones de la conducta de acuerdo a la atracción sexual. «Pensamos que tendría mucho sentido que la ropa colabore con esto, ya sea que uno quiera tener el control o perderlo completamente».
El próximo proyecto del equipo será el Intimacy 3.0, dedicado al público masculino y que consiste en un traje que se vuelve transparente con las mentiras.
Inventos holandeses. El estudio de Roosegaarde también es el responsable del desarrollo de otros productos que combinan diseño, tecnología y sociedad, como la pista de baile interactiva, que genera electricidad a partir del movimiento de los bailarines, y la carretera inteligente, que emplea luz y energía para adaptarse a las fluctuaciones del tráfico.
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