La adicción a los fármacos del Michael Jackson volvió a salir a la palestra en el juicio por su muerte en junio de 2009. De esa poderosa dependencia dio fe uno de los médicos que viajó con Michael Jackson en su gira mundial de 1993, Stuart Finklestein, que aseguró haberle administrado una inyección de Demerol, un narcótico analgésico, y otra de morfina al cantante en Tailandia.

Finklestein, que testificó a través de un vídeo en el juicio que acusa a la promotora AEG de la muerte de Jackson, explicó que estuvo en la habitación del hotel de Jackson para atenderle tras sentirse indispuesto. Después de hablar con el médico del cantante en Los Angeles, Allan Metzger, siguió las instrucciones para administrarle medicamentos a Jackson.



La sorpresa surgió al irle a inyectar el Demerol, «con sus nalgas tan inflamadas que la aguja casi se dobló», de acuerdo al testimonio del ahora especialista en adicciones. «Obviamente había recibido unas cuantas inyecciones en esa zona de su cuerpo antes de llegar a Bangkok».

El mal estado de salud de Jackson obligó a los promotores de la gira de conciertos a cancelar su segunda actuación en la capital tailandesa, oficialmente por un estado de deshidratación.



De todo eso estuvo al tanto uno de los altos ejecutivos de AEG, Paul Gongaware, amigo personal de Finklestein. De acuerdo a la familia Jackson, AEG tuvo conocimiento de lo que estaba pasando con la salud del cantante desde entonces y hasta el momento de su muerte. Aún así, decidieron contratar a Conrad Murray para que lo mantuviera sedado en lugar de acabar con su adicción, cualquier cosa con tal de que ‘Jacko’ llegara a actuar en el 02 Arena de Londres para la gira ‘This Is It’, un negocio millonario en puertas que acabó arruinado tras la muerte de Jackson en junio de 2009, inform elmundo.es, en su portal.

De probarse esa teoría, la empresa debería abonar 4.000 millones de dólares a los familiares del cantante de Indiana, una cifra que los llevaría a la bancarrota.