La figura del cerrador estelar panameño Mariano Rivera brilló más que nunca en la noche que hizo los últimos lanzamientos como profesional frente a los fanáticos de los Bombarderos del Bronx, en el Yankee Stadium.
Los 48.675 aficionados, que llenaron las gradas del estadio, volvieron a demostrar que no habían llegado para ver ganar o perder a su equipo sino para darle el último adiós a Rivera cuando saliese al montículo.
Por eso el resultado final de 4-0 a favor de los Rays, que ganaron el séptimo partido consecutivo y siguen al frente de la lucha por el comodín de la Liga Americana, quedó en segundo lugar.
No sucedió lo mismo cuando Rivera abandonó el bullpen de los Yanquis por última vez en 19 años como profesional y corrió hacia el montículo para que el manejador de los Yanquis, Joe Girardi le diese la pelota después que se la quitó al relevista hispano Dellin Betances con un «out» en la parte alta de la octava entrada.
Nada más salir recibió una gran ovación y fue aclamado por los aficionados para luego estar dominante como siempre al sacar cuatro «outs» perfectos.
Todo estaba bajo control, como ha sido durante su brillante carrera profesional que le ha permitido ser el mejor cerrador de todos los tiempos.
Hasta que llegaron al montículo sus compañeros el abridor zurdo Andy Pettitte, al lanzador que más ayudó a conseguir triunfos, y el campocorto Derek Jeter, ambos capitanes del equipo.
Su presencia en el montículo para decirle que era el momento de no hacer más lanzamientos, faltaba sólo un «out» de la entrada, generó que todo el control que siempre había tenido Rivera, incluido durante el homenaje especial del pasado domingo, que duró 50 minutos, se viniese abajo y diese rinda suelta a sus emociones.
Rivera se abrazó con fuerza a Pettitte mientras rompía a llorar y los aficionados elevaron aun más sus vítores y aclamaciones, lo que hicieron que tuviese una de las salidas más emotivas que se recuerdan en historia de los Yanquis.
«Es hora de irse», pareció decirle Jeter a Rivera, de 43 años, que todavía tuvo unos segundos para sonreír por la manera como sus compañeros habían salido al montículo.
Pero luego fueron los miles de aficionados los que durante cuatro minutos le acompañaron con sonoros vítores que hizo que Rivera, sobrecogido por la emoción, no pudiese contener las lágrimas, mientras colocaba el rostro en el hombro de Pettitte –que también se retira cuando la campaña finalice el domingo–, y luego abrazó a Jeter.
«Fui bombardeado con emociones y sentimientos», declaró Rivera. «De repente me di cuenta de todo. Sabía que era la última vez. Punto».
El ver a los tres peloteros en el montículo fue algo extraordinario en un deporte en el que el manejador prácticamente siempre sale al terreno para cambiar a un lanzador.
Esta vez, Joe Girardi, el piloto de los Yanquis, que tampoco pudo contener las lágrimas cuando abrazó a Rivera, verificó con los umpires para asegurarse de que Jeter, que está en la lista de lesionados, pudiera participar.
«Agradecí mucho que ellos salieran», declaró posteriormente Rivera durante la rueda de prensa posterior al partido. «Ha sido algo muy difícil de poder olvidar».
El relevista, que retiró a cuatro bateadores seguidos, se enjugó los ojos con ambos brazos mientras salía del diamante y arrojó un beso a los aficionados en la primera fila detrás del dugout de los Yanquis en señal de agradecimiento.
Abrazó a un Girardi lloroso en la caseta y al resto de todos sus compañeros, tomó una toalla para secarse las lágrimas y volvió a salir, quitándose la gorra y agradecer a los aficionados sus vítores.
Luego se sentó en solitario al final del «dugout» de los Yanquis y recuperó la compostura con la tranquilidad de haber hecho lo mejor hasta el último segundo de su excepcional carrera profesional.
Los Yanquis, eliminados de los fase final, concluyen la temporada regular este fin de semana con tres partidos en Houston, que iniciaran a partir del viernes.
Rivera, el jugador de más edad en la actualidad en las Grandes Ligas, logró 314 salvamentos, en Nueva York, de los 652 que alcanzó, la mejor marca de todos los tiempos en las Grandes Ligas.
Mientras que también en el antiguo y nuevo Yankee Stadium logró 18 rescates de los 42 que consiguió durante la competición de la fase final, que igualmente es la mejor marca en la historia de las mayores.
Rivera ayudó a los Yanquis a ganar cinco títulos de Serie Mundial, de los cuales sacó el último «out» en cuatro.
Mientras, que los Rays bajaron a dos su número mágico sobre Vigilantes de Texas para asegurar un boleto comodín de la Liga Americana.
Los Rays barrieron esta serie de tres partidos, en la que superaron a los Yanquis por una pizarra combinada de 19-3.
El abridor Alex Cobb (11-3) mo permitió anotación hasta la octava entrada con sólo un imparable, en una labor en la que retiró a 15 bateadores rivales seguidos entre las bases por bolas que le dio al jardinero Curtis Granderson en el segundo episodio y al segunda base dominicano Robinson Canó en el séptimo. Sólo permitió tres indiscutibles, en los siete episodios que estuvo en el montículo.
El tercera base Evan Longoria lideró el bateo oportuno y productivo de los Rays al pegar sencillo impulsador en el cuarto episodio ante el abridor dominicano Iván Nova (9-6) y otro de dos anotaciones frente al relevista Betances en el octavo.EFE