AWARAN. Un terremoto de magnitud 6,8 sacudió este sábado la provincia paquistaní de Baluchistán (sudoeste) que intentaba a duras penas reponerse del temblor que el martes causó 350 muertos y destruyó pueblos enteros.

El nuevo temblor se produjo a 14 km de profundidad en un punto situado a 96 km al norte del distrito de Awaran, informó el instituto geofísico de Estados Unidos (USGS).



Awaran fue la zona más afectada por el terremoto de magnitud 7,7 registrado el martes.

«No es una réplica, sino un nuevo sismo», declaró a la cadena GEO Zahid Rafi, director del Centro Nacional de Vigilancia Sísmica de Pakistán, que cifró por su parte la magnitud del nuevo sismo en 7,2.



El temblor del sábado hizo que los pacientes del hospital de Awaran heridos el martes salieran precipitadamente del edificio, constató un fotógrafo de la AFP.

Esta nueva sacudida destruyó cientos de casas de adobe y dañó las líneas telefónicas en el sector de Mashkey, situado cerca del epicentro, afirmó un responsable local, Abdul Rasheed Balosh.

«Muchas personas quedaron atrapadas entre los escombros… Son las primeras informaciones de que disponemos, las pérdidas [en vidas y materiales] son altas», declaró Balosh a la cadena GEO, sin entrar en detalles.

El sismo se sintió en Karachi, en el sur de Pakistán, y en Quetta, capital provincial de Baluchistán, pese a que las dos se encuentran a cientos de kilómetros del epicentro del sismo, contaron testigos.

Cuatro días después del primer terremoto, muchos supervivientes se quejaban de que no habían recibido ayuda de las autoridades, con enormes dificultades para llegar a las zonas más recónditas de esta provincia de nueve millones de habitantes, con una superficie comparable a la de Italia.

Baluchistán es la provincia más pobre de Pakistán pese a sus importantes yacimientos de oro, zinc y cobre, y a sus reservas de gas natural. Además los insurgentes locales militan desde hace años por la independencia de la región.

Las autoridades paquistaníes acusan a los rebeldes de bloquear el transporte de ayuda a su bastión, sobre todo en Mashkey, uno de los sectores más afectados.

«Hay un problema relacionado con los incidentes políticos», afirmó esta semana en el Parlamento el ministro del Interior paquistaní, Chaudhry Nisar.

El jueves, un helicóptero que transportaba al jefe de operaciones de emergencia de Pakistán y al responsable de salvamento para Baluchistán fue blanco de dos disparos de cohetes que erraron el tiro, según el ejército, que acusó de ello a la rebelión.

Y el viernes hubo ataques a los convoyes de ayuda, informaron fuentes militares.

Los rebeldes «no nos quieren» en el territorio, declaró este sábado a la AFP un mando militar paquistaní que pidió el anonimato.

«Es una tragedia humanitaria, les pido que permitan a los socorristas ayudar a los supervivientes», declaró a la AFP Abdul Malik, uno de los responsables políticos provinciales.

Las organizaciones internacionales ofrecieron su ayuda pero no recibieron luz verde del gobierno, pero el hecho de que el ejército se encargue de las operaciones de socorrismo en la región suscita una fuerte oposición entre la insurgencia.

«No vamos a autorizar al ejército o a los paramilitares aquí, sólo a las ONG y a los responsables civiles locales «, dijo a la AFP Manan Balosh, un directivo del Movimiento Nacional de Baluchistán (BNM, político), aliado del Frente de Liberación de Baluchistán (BLF), una organización armada.

AFP