Houston. La figura del veterano bateador designado, el dominicano David Ortiz, volvió a brillar con luz propia en el momento que más lo necesitó su equipo al protagonizar otra jornada histórica al empatar marca de equipo, además de pegar grand slam que revivió a los Medias Rojas de Boston.
David Ortiz

Por eso, en los gradas del Fenway Park, después de la dramática victoria de los Medias Rojas que se impusieron por 6-5 ante los Tigres de Detroit en el segundo partido de la Serie de Campeonato de la Liga Americana, los aficionados al dejar el estadio lo hicieron con cánticos de «Papi, Papi, Papi…», como se le conoce a Ortiz de forma cariñosa.



Ortiz había agregado otro episodio más a la leyenda forjada en Boston al conectar grand slam y dos «outs» en el cierre del octavo episodio para empatar el partido (5-5).

Boston mantuvo ese impulso en el noveno episodio, cuando el receptor Jarrod Saltalamacchia conectó imparable impulsador para ganar a los Tigres y empatar la serie (1-1) que disputan al mejor de siete.



«Necesitábamos eso, hombre», declaró Ortiz acompañado de su hijo D’Angelo al hablar de lo sucedido el domingo. «Necesitábamos ese impulso para ir a Detroit 1-1».

La acción de Ortiz marcó un cambio radical en la serie, ya que los lanzadores de los Tigres habían dominado a los bateadores de los Medias Rojas durante los primeros 16 episodios de los partidos disputados el sábado y domingo.

El primero en hacerles daño fue el abridor venezolano Aníbal Sánchez, el sábado, y Max Scherzer, el domingo, al dejar a Boston en apenas dos hits (sencillos) y cero carreras en ese periodo de tiempo, además de recetarles 30 ponches.

Todo cambió con el bullpen de los Tigres que encabezó el relevista dominicano José Veras, Drew Smyly y el quisqueyano Alberto Alburquerque.

Cuando el piloto de los Tigres, Jim Leyland, decidió meter al cerrador, el dominicano Joaquín Benoit, en busca de un potencial salvamento de cuatro «outs», el escenario estaba preparado para que «Big Papi» se midiera a su compatriota.

«Los muchachos lo estábamos pensando, que era buena oportunidad para él dar un jonrón», afirmó el zurdo venezolano de los Medias Rojas, Félix Doubront, que lanzó 1.1 entrada en blanco en su primera participación como profesional en la fase final. «Fue bastante divertido ver que sucedió lo que se había pensado».

Desde el 2003, Ortiz ha jugado en 63 juegos de postemporada por Boston –comparte el récord de la franquicia con su excompañero Jason Varitek– y protagonizado muchos momentos para el recuerdo, pero su batazo del domingo está entre los más grandes que ha dado.

«David ha dado siempre la cara tanto en la competición regular como en la fase final», destacó John Farrell, piloto de los Medias Rojas. «Pero ninguna fue más grande que ésta».

Ortiz aprovechó el mismo primer pitcheo de Benoit, un cambio de velocidad, para conectar una línea que salió por el jardín derecho al bullpen de Boston, a unas pulgadas del guante del guardabosque Torii Hunter, quien chocó con la pared y cayó del otro lado.

«Estoy enojado», admitió Hunter. «Ese es el que no quieres que te gane y él nos ganó. Es uno de los mejores bateadores en la historia de postemporada, sacó la bola del parque y empató el juego».

Con su Grand Slam, Ortiz llegó a 54 empujadas de por vida en postemporada. Está segundo entre los jugadores activos, detrás de Derek Jeter, de los Yanquis de Nueva York (61).

«Ortiz se mantiene con calma», explicó Farrell. «Hablamos de los muchachos que saben rendir en los momentos apremiantes, como le pasaba también a su compatriota Manny Ramírez cuando estuvieron juntos; ellos saben mantener sus emociones bajo control y además estaba claro lo que buscaba».

«Big Papi» supo concentrarse en la caja de bateo, pero las emociones que desató con su batazo fueron inolvidables del lado de los Medias Rojas.

«La postemporada es algo que puede ser un arma de doble-filo», explicó Ortiz, de 37 años, y dos veces campeón de la Serie Mundial con los Medias Rojas. «Si te mantienes con calma, te puede ir bien. O te puede ir mal si tratas de hacer demasiado».

Con la primera participación de Boston en los playoffs desde el 2009, una nueva generación de jugadores aquí ha llegado a saber del liderazgo de Ortiz.

«Es una persona demasiado enfocada en lo que tiene que hacer», explicó Doubront. «Le brinda mucha energía al equipo e inspira eso. No había otro jugador que pudiera hacer lo que él hizo. Lo tomó relajado. Fue al plato a darle lo más duro que pudiera».

El liderazgo y experiencia de Ortiz también le sirvió a Saltalamacchia como ejemplo a la hora de impulsar la carrera que aseguró la victoria y dio nueva vida a los Medias Rojas.EFE