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Con frecuencia se oye decir que la depresión es una enfermedad del mundo occidental causada por el materialismo, el afán de dinero y el individualismo de los regímenes capitalistas. Pero un estudio realizado por científicos de la Universidad de Queensland reveló, para sorpresa de muchos, que esta condición mental está repartida en todo el globo y que es mayor en países donde no se creía que sus niveles fueran tan altos. 



 
Por ejemplo, en Afganistán y el norte de África afecta hasta al 7 por ciento de la población. Mientras tanto en Estados Unidos y Europa occidental, donde se creía que era un fenómeno extendido, la incidencia es mucho menor. En Colombia, los índices de depresión coincidieron con los de otros países de la región. 
El trabajo fue hecho con datos de prevalencia, incidencia y duración de casos diagnosticados en cada país hasta 2010. En los países donde la información era escasa, los investigadores calcularon las cifras con datos de la región.
Según esas estadísticas, el promedio mundial de enfermos es del 4 por ciento, lo cual convierte a la depresión en la segunda causa de discapacidad en el mundo, luego de las dolencias respiratorias. Pero al mismo tiempo se observó un aumento del 37 por ciento entre 1990 y 2010 en la carga de esta enfermedad, una medida que tiene en cuenta los años que se viven con incapacidad y los años de vida perdidos por el mal. 
 
Los países mejor librados son Australia, Nueva Zelanda y Japón. Los más afectados, Afganistán, Siria, Argelia y Libia. Los países escandinavos, que tienen el mito de ser los más tristes, aparecen en el mapa con índices normales de depresión.
Estas diferencias se dan, según los autores, porque hay una brecha entre los países de altos y bajos ingresos económicos que afectan el acceso al tratamiento y la calidad de este. “También varía ante factores de riesgo como el conflicto, el maltrato infantil y la violencia intrafamiliar”, dijo a SEMANA Alize Ferrari, coautora del trabajo. También es posible que en países donde la depresión sigue siendo tabú, como en China, haya aparecido con cifras bajas. En este caso puede haber un subregistro por temas culturales.
Los expertos señalan que el aumento no está tan relacionado con el estilo de vida agitado del mundo moderno como con el simple crecimiento demográfico. “La prevalencia de la depresión no aumentó en ese mismo lapso”, dice Ferrari.
En el caso de Afganistán, Siria, Argelia y Libia podría haber una conexión entre los conflictos internos y la depresión. “En la medida en que la guerra o el conflicto aumentaron la prevalencia y la carga de esta enfermedad también incrementaron”, dice Ferrari, autora del estudio. Según el psiquiatra Ariel Alarcón, hay una relación entre violencia y depresión. 
 
“Por un lado la gente que ha sido víctima puede desarrollar esta condición al estar expuesta a actos de guerra. Pero también los perpetradores de esos actos de violencia pueden sentir culpa y conducirlos al mismo resultado”.
Al analizar la información según el sexo no hubo tantas sorpresas pues las mujeres resultaron ser más propensas a sufrir de depresión, algo que ya se sabía de antemano. Pero sí llama la atención que cada vez más jóvenes resultan ser los afligidos por este flagelo. El grupo entre 20 y 24 es el más afectado y le sigue el de 24 a 30. Curiosamente, los mayores de 60 años, que siempre se ha creído que son más susceptibles a la depresión, parecen gozar de mejor salud mental que los jóvenes.
El trabajo, publicado en Plos Medicine, no solo es relevante porque muestra que la depresión es una gran problema en el mundo y debería ser una prioridad de salud pública de todos los gobiernos, sino porque ayuda a ver las variaciones entre las mismas regiones y a plantear soluciones locales.
Fuente: Semana.com