Óscar Mario Galvis, acusado de haber cometido 15 masacres, fue capturado en su escondite gracias al seguimiento policial de sus mujeres.
Pantera

La Dirección de Inteligencia de la Policía (DIPOL) lo descubrió en su casa de madera, oculta entre árboles y plantaciones de coca, en las afueras del municipio antioqueño de Arboletes. «Pantera» no salía de su sorpresa, ya que estaba convencido de que nadie conocía su escondite.



El pasado 5 de julio se había escapado de la cárcel durante un traslado con la ayuda de un grupo comando de Los Urabeños, la organización paramilitar criminal más poderosa del país. Fue un operativo espectacular, con más de 20 hombres armados con rifles automáticos, según cuenta El Tiempo.

De todos modos, producto del tiroteo que se produjo durante el escape, Galvis recibió varios disparos en un brazo y fuertes heridas en el estómago, provocadas por las esquirlas de una granada.



«Desde ese día, la unidad de la DIPOL que lo había capturado el primero de mayo del 2011 en Puerto Claver (El Bagre), retomó el caso y se puso a la tarea de recapturarlo. Lo conocíamos bien por sus gustos por el dinero, la buena comida y las mujeres», asegura un oficial de Inteligencia citado por el periódico colombiano.

El comando especial de Los Urabeños lo trasladó inmediatamente hasta un escondite ubicado en una zona rural de escaso control estatal. Allí debió ser atendido de sus lesiones, lo que lo obligó a llamar a una enfermera.

El dato llegó a oídos de la DIPOL, que se avocó a seguir la pista. Agentes secretos se infiltraron en hospitales de la región en busca de la elegida para atender a Pantera.

A fines de octubre, finalmente lograron dar con ella, y se enteraron de que había iniciado tratativas para realizarle una operación en su brazo herido. Para concretar la operación en condiciones óptimas, la organización terrorista lo trasladó hacia su escondite final, en Arboletes.

En ese momento, entraron a escena «las novias». Con la información disponible, la DIPOL no podía aún confirmar que quien se encontraba en el lugar era efectivamente Galvis.

Pero la aparición de distintas mujeres con las que «Pantera» ya había salido en el pasado fue fundamental. Con el correr de las semanas, tres de ellas empezaron a visitarlo, se quedaban varias horas con él y se paseaban por la casa a los besos y abrazos.

Un simple cotejo de sus caras con las imágenes que tenían en los archivos de las mujeres vinculadas a Galvis bastó para tener la confirmación que faltaba.

«Las tres fueron clave para su captura. Lo curioso es que las recibía a cada una cada semana, pero no permitía que se quedaran con él», contó el agente.

Fuente Infobae.com