Las fuerzas de seguridad iraquíes iniciaron una contraofensiva en el norte del país, donde amplias zonas pasaron esta semana a manos de los yihadistas, y reforzaron la defensa de Bagdad, amenazada por los insurgentes, mientras Estados Unidos anunciaba la presencia de un portaaviones en el Golfo.
Irán por su parte aseguró que estaría dispuesto a colaborar con Washington para frenar a los yihadistas sunitas del Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL).
“Si vemos que Estados Unidos toma la iniciativa contra los grupos terroristas de Irak, nos lo pensaremos”, dijo el presidente iraní, Hasan Rohani, en una conferencia de prensa, aunque subrayó la diferencia entre “ayudar e intervenir”.
El presidente norteamericano, Barack Obama, había dicho el viernes que estudiaba “todas las opciones”, salvo el envío de tropas, retiradas en 2011, ocho años después de la invasión que terminó con el régimen de Sadam Husein.
El secretario de Defensa norteamericano, Chuck Hagel, ordenó de todas formas el envío del portaaviones George H.W. Bush al Golfo “en caso de que sea necesario recurrir a una operación militar”.
En el terreno, las tropas iraquíes habían recuperado la localidad de Ishaqi y la zona de Muatasam, en la provincia de Saladino. En la primera encontraron los cadáveres calcinados de 12 policías.
Las autoridades anunciaron un plan de seguridad para defender Bagdad, de la que se acercan peligrosamente los insurgentes, y el primer ministro Nuri al Maliki, comandante en jefe de las fuerzas armadas, dijo que el gobierno le ha otorgado “poderes ilimitados” para combatir a los rebeldes.
En el norte de Bagdad se produjo el sábado un atentado contra un convoy en el que iba el líder de la agencia anticorrupción iraquí. Fue atacado por varios hombres armados y en el tiroteo murieron nueve agentes de policía, según una fuente oficial.
Otro atentado se produjo contra Sami al Masudi, un alto dignatario chiita, en Samarra, con el resultado de ocho guardaespaldas muertos, según anunció el propio jerarca religioso a la AFP.
El viernes por la noche, la policía y los vecinos ya habían echado a los sunitas extremistas de otra ciudad de esa provincia, Dhuluiyah.
En la provincia de Diyala, las fuerzas regulares impidieron además que los insurgentes tomaran la ciudad de Muqdadiyah, según un coronel de la policía.
Según un comandante militar, las fuerzas iraquíes se disponían a lanzar una vasta contraofensiva desde Samarra, una ciudad a 110 km al norte de Bagdad que alberga un importante santuario chiita. Allí llegaron el viernes refuerzos de la policía y el ejército.
El comandante dijo que el objetivo es recuperar Tikrit, capital de la provincia de Saladino, y las localidades de Dur y Baiji. Las fuerzas están a la espera de órdenes para lanzar su contraataque.
Los yihadistas del Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL), fogueados en el conflicto sirio, se hicieron esta semana con el control de la provincia norteña de Nínive, que incluye la ciudad de Mosul; Tikrit y otras zonas de la provincia de Saladino; y sectores de las provincias de Diyala (este) y Kirkuk (norte), lo que los ha colocado a menos de 100 km de Bagdad.
El EIIL, que quiere instalar un Estado islámico entre Siria e Irak, cuenta en sus filas con miembros de las fuerzas de seguridad del ex presidente Sadam Husein, según expertos militares.
Poderes ilimitados para Maliki
En un comunicado publicado el viernes, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, también comandante en jefe del ejército, indicó que su gobierno le ha otorgado “poderes ilimitados” contra los insurgentes.
El gobierno anunció además el viernes un plan especial de seguridad para defender Bagdad, donde muchos comercios seguían cerrados este sábado por miedo a la llegada inminente de los yihadistas.
Al norte de la capital, soldados, pala en mano, se dedicaron a cavar trincheras y a instalar puntos de control en las carreteras.
El ejecutivo de Maliki hizo un llamado a voluntarios para combatir a los extremistas sunitas, al que han respondido miles de civiles. El viernes, el dignatario chiita más importante del país, el gran ayatolá Alí al Sistani, hizo un llamamiento similar.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) indicó que unas 40.000 personas han huido de los combates en Tikrit y Samarra, y más de 500.000 se han ido de Mosul, la segunda ciudad del país.
AFP