Santo Domingo. Han causado gran revuelo las declaraciones dadas por el director de la orquesta Sinfónica Nacional, José Antonio Molina, en las que califica la música urbana como un veneno para a sociedad.
La polémica se ha generado porque el reputado músico le dijo al periodista Héctor Herrera Cabral, que las letras de la música urbana incitan a la violencia, a la vez que aclaró que nadie puede llamar a eso música en el buen sentido de la palabra.
Es cierto que mucha de la música que hacen los exponentes urbanos contiene un mensaje violento, ofensivo a la mujer y de incitación al consumo de las drogas. Pero no todos caben en el mismo saco, muchos han ido adecentando sus letras, haciendo temas más comerciales.
La culpa del deterioro de esta sociedad no obedece al veneno que según el maestro Molina se produce por la música que hacen estos jóvenes.
Si hablamos de veneno debemos antes mencionar una carente educación, falta de oportunidades y la famosa exclusión social a la que son sometidos millones de jóvenes en el país, víctimas directas de la corrupción que inicia desde las más altas instancias de la República Dominicana.
No creo que haya algo más tóxico que país en donde más del 40% de los jóvenes no estudia ni trabaja, por eso los niveles altos de delincuencia.
José Antonio Molina, con el mayor respeto se excedió un poco en sus planteamientos, pero esto no puede dar cabida a que este gran hombre que ha puesto el nombre de la República Dominicana en lo más alto sea humillado por algunos que han salido a defender su comida. No se obtiene la razón hablando más alto, ni insultando sin control. Pero a muchos de ellos no se les puede pedir nada, porque nada han recibido.
Cada época tiene su música y sus representantes, siempre ha sucedido así.