Desde varios guardias de los temibles campos de concentración aprobados por Adolf Hitler, hasta un científico brillante que usó como esclavos a los prisioneros judíos que tenía bajo su cargo para hacer avanzar sus investigaciones. A día de hoy se cuentan por decenas aquellos criminales de guerra nazis y miembros de las SS que, según una extensa investigación, recibieron miles de dólares del servicio de Seguridad Social de los Estados Unidos tras ser expulsados de Norteamérica.

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Esta práctica fue realizada después de que en Estados Unidos se creara la Oficina de Investigaciones Especiales (cuyo objetivo era encontrar a los nazis que, tras la Segunda Guerra Mundial, habían partido hacia Norteamérica con una identidad falsa para asentarse en el país y huir de sus perseguidores). Al parecer, este grupo habría ofrecido a los criminales mantener los beneficios que les otorgaba la Seguridad Social anglosajona (entre ellos una cuantiosa pensión) en otras regiones a cambio de marcharse del país. De esta forma, evitaban tener que abrir un largo proceso de deportación.

Así empezó todo



Para poder comprender la magnitud de lo sucedido es necesario remontarnos en el tiempo hasta 1945, año en que los aliados entraron en Berlín fusil en mano y pusieron fin, por la fuerza, al régimen dictatorial de Adolf Hitler. Fue entonces cuando, bajo identidades falsas, cientos de criminales de guerra nazis hicieron las maletas y aterrizaron en Estados Unidos. Allí, en la tierra que hacía pocos meses habían odiado, consiguieron la ciudadanía norteamericana y, como tal, todos los beneficios de ésta, incluyendo la Seguridad Social.

Curiosamente, los estadounidenses no se percataron de la llegada de estos antiguos miembros del ejército de Hitler hasta la década de los 70, año en que, según las cifras establecidas, se llegó a creer que habían llegado hasta las costas del país nada menos que 10.000 nazis. La presión fue tal para el gobierno que, en 1979, se creó la Oficina de Investigaciones Especiales (OSI, según sus siglas en inglés) para encontrar y deportar a aquellos criminales que, esvástica en el brazo, se hubieran asentado en Estados Unidos.

Sin embargo, y debido a que la inmensa mayoría de los crímenes de estos soldados habían sido cometidos fuera de los Estados Unidos, no podían ser juzgados en el propio país. En un intento de superar este problema, la OSI pasó al plan B: demostrarían su verdadera identidad y los despojarían de su ciudadanía a través de un extenso proceso legal. Finalmente, los deportarían a sus países. No obstante, un nuevo problema volvió a surgir, pues sus regiones de origen se negaron a aceptarlos debido, entre otras cosas, a la gran repercusión mediática que podía crearse.

Sin saber cómo superar esta situación, la OSI ofreció a los criminales de guerra nazis mantener los beneficios de la Seguridad Social norteamericana (lo que incluía una pensión de varios miles de dólares al mes en varios casos) a cambio de que se marcharan de los Estados Unidos y renunciaran a su ciudadanía. A su vez, les informó de que, si rechazaban la proposición, buscarían la forma de expulsarles y no obtendrían ningún beneficio.

Como esperaban, la emigración de los antiguos soldados de Hitler fue masiva. De hecho, Norteamérica consiguió expulsar entonces a más criminales de guerra que el resto de países juntos. «El objetivo era eliminar a esta gente lo más rápidamente posible, y el riesgo de perder estos beneficios les supuso un estímulo para salir», explicó un funcionario de la administración encargado de materializar, en su momento, este proyecto.

Así pues, y según ha podido saber la agencia de noticias, al menos 38 criminales de guerra (y hasta un total de 28 sospechosos más) recibieron sueldos que, en varios casos, eran de 44.000 dólares al año (unos 34.000 euros). Cada dólar, en palabras de AP, proveniente de las arcas del estado. A su vez, Estados Unidos llegó a obligarles, posteriormente, a renunciar allí a su ciudadanía norteamericana –una práctica que fue conocida como «dumping nazi»-. Eso sí, manteniendo posteriormente sus beneficios económicos entregados por la Seguridad Social.

La respuesta de la administración

Varios representantes del Departamento de Justicia de los Estados Unidos se han negado a dar información sobre los casos específicos de los nazis «en nómina» apelando a la Ley de Privacidad. A su vez, han rechazado que el dinero fuera utilizado para persuadir los nazis de que se marcharan.

«La cuestión de los beneficios de la Seguridad Social y la jubilación no fueron utilizados como incentivo para abandonar el país y renunciar a la ciudadanía y no se amenazó con eliminar la recepción de los beneficios si no se renunciaba a la nacionalidad», ha destacado Peter Carr (portavoz del Departamento de Justicia) a la agencia de noticias.

No obstante, se ha podido contactar con el hijo de uno de estos exiliados, el cual ha señalado que, desde hace muchos años, su padre recibe pagos periódicos de la Seguridad Social. Con todo, también ha hecho referencia a que ese dinero no es de los ciudadanos, sino de aquella cantidad que pagó su progenitor cuando se encontraba en la región. Finalmente, también ha hecho referencia a que los impuestos de todo ese capital recibido son pagados en Norteamérica.

Los nazis beneficiarios

Entre los beneficiarios más destacados se halla Jakob Denzinger, un antiguo guardia de Auschwitz que huyó a Alemania tras las amenazas de la OSI. Allí, y por cortesía de los norteamericanos, este hombre de 90 años continúa viviendo con una pensión de 1.500 dólares al mes.

Otro de los casos más llamativos es el de un científico nazi llamado Rudolph que, tras haber usado como esclavos a los prisioneros judíos bajo su cargo para avanzar en sus investigaciones, fue contratado por la NASA y participó en el primer viaje de un hombre a la luna. Entre los sospechosos, a su vez, se encuentran varios guardias de campos de concentración como Mauthausen y antiguos miembros de las SS.

Fuente: https://www.abc.es