Una madre británica sentó un precedente en Reino Unido al ganar un caso en la Justicia, donde solicitaba la muerte de su hija de 12 años, y que padecía una serie de enfermedades.
Fueron 324 las palabras necesarias para convencer a la Corte Suprema del Reino Unido, en una carta que argumentó los problemas por los que pasaba Nancy Fitzmaurice, la menor que nació ciega, con hidrocefalia y meningitis, además de sufrir septicemia y no poder caminar, hablar, comer o beber.

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Según informó el diario británico Mirror, a medida que fue creciendo su salud empeoró y en el último tiempo debía tener el cuidado de enfermeras las 24 horas al día, quienes la alimentaban, hidrataban y medicaban a través de tubos, en el Hospital Great Ormand Street de Londres. Su madre, Charlotte Fitzmaurice, había dejado incluso su trabajo para cuidarla lo necesario, sin embargo ya nada se podía hacer, según afirmó.

“Mi hija ya no es mi hija… ahora no es más que un envoltorio”, escribió Fitzmaurice a la Corte Suprema, indicando que ella merecía estar en paz y tener el derecho de morir, para acabar con su sufrimiento constante, que la hacían gritar por horas, a pesar de la morfina y ketamina que le era inyectada.



“La luz de sus ojos se ha ido y ha sido reemplazado por el miedo y el deseo de estar en paz. Hoy me dirijo a usted en favor de Nancy, y es que realmente creo que ella ha sufrido suficiente. A mí sólo me queda decir que se me parte el corazón”, añadió.

Con parte de estas palabras, su solicitud fue aceptada, marcando un hito en el país europeo, al permitir la muerte de una persona que no sufría una enfermedad terminal y que podía respirar por sí misma.

“El amor, la devoción y la competencia de su madre son evidentes. Incluso en su mundo encerrado, (la niña) tuvo cierta calidad de vida, pero lamentablemente ya no era así”, dijo al diario Metro la juez Eleanor King, quien favoreció el caso.

La madre, en conversación con los medios, recordó que fue tras escuchar los gritos de dolor durante todo un fin de semana cuando determinó poner fin a ese sufrimiento.
“Decidí no querer ver más a mi hija sufrir. No podía dejarla con un dolor tan extremo y que fuera por meses. Me mató el hecho de saber que no podía ayudarla más. Todas las enfermeras lloraban al ver y escuchar sus gritos”, recordó Charlotte Fitzmaurice.

La menor le fue desconectada de sus requerimientos y murió el pasado 21 de agosto, siendo su caso conocido recién esta semana.

Fuente: BioBioChile