En 1980 aparecieron algunos casos que fueron confirmados como gente zombificada. Una de ellos, es el de Clairvius Narcisse, que había muerto el 2 de mayo de 1962, según decían los registros del hospital Albert Schweitzer, en Deschapelles, Haití.
Este hombre aseguró fue consciente de muchas cosas que le pasaron mientras estuvo “paralizado”. Incluso recordaba cómo un médico le tapaba el rostro con una sábana, cuando fue dado por muerto.
En su relato indicó que fue un bokor el que lo revivió y convirtió en zombie. Su familia, tras creer en su testimonio, lo recibió nuevamente, siendo aquello noticia mundial con cientos de científicos acudiendo a la isla caribeña a estudiar ese y otros casos.
Entre los que arribaron estaba el etnobotánico de la Universidad de Harvard, Wade Davis, quien llegó a Haití en 1982 para localizar y obtener datos de esta “zombificación”, que tendría origen en sustancias.
Adentrándose finalmente en el vudú, Davis descubrió dos sustancias de polvo que hacían ver a las personas como muertas. La primera, denominada “golpe de polvo”, que “deja al zombi en estado de aparente muerte con la idea de que su familia y amigos lo den por fallecido”. Posteriormente, se dan otros polvos, capaces de dejar sin voluntad a la víctima.
Todo ello fue expuesto en su libro ‘La serpiente y el arcoiris’, lo que dio a pie para una película del mismo nombre, del director Wes Craven.
Ante las críticas al primer libro, el especialista lanzó uno más elaborado. Se trata de ‘Pasajes de la oscuridad: la etnobiología del zombi haitiano’, donde Davis da más detalle de las sustancias que hacen parecer a las personas muertos vivientes.
Lo primero que afirma es que los zombis sí existen -el original, no el de Hollywood- y se debe a una mezcla de polvos con ingredientes no exactos, pero de los que logró descifrar en parte, como la tetrodotoxina, sustancia venenosa hallada en el pez globo.
En ocasiones, este polvo mezclaba sapos Osteopilus dominicensis, que contienen fluidos altamente irritantes pero no mortales, y también era común el uso de Datura stramonium, una planta conocida como “pepino del zombie”.
En sus escritos, descartó que cualquier persona pueda ser convertida en zombie, y que el uso estaba más arraigado a algunas comunidades que lo practicaban como castigo social.
Así, describió las sociedades Bizango, que son clanes secretos que “convertían en zombis” a miembros de su comunidad, como pena por violar alguna de sus leyes internas.
A pesar de lo anterior, se afirma que la comunidad científica no quedó muy satisfecha con su trabajo, ya que mucho de sus métodos no cumplían el rigor para intentar ser contrastadas. De todas formas, es considerado uno de los padres de esta teoría de zombis, siendo quien más se ha acercado a este tema en calidad de estudioso.
Fuente: Noticias con Historia