Cuando pensamos en Noruega, probablemente se nos viene a la mente mucha nieve, vikingos o fiordos. Desde ahora tendremos que asociar también la palabra democracia, puesto que el país escandinavo es considerado en más avanzado en esta índole. Así lo señaló el Índice de Democracia 2014, donde Noruega obtuvo 9,93 puntos de 10.
Pero, ¿qué hace a este país estar a la cabeza del cumplimiento de la democracia?

La medición, que contempla 165 países, evalúa 5 factores: proceso electoral y pluralismo, libertades civiles, funcionalidad del gobierno, participación política y cultura política, donde Noruega fue el alumno aventajado del curso.



A modo de contexto debemos considerar que Noruega es una sociedad que podemos considerar “pequeña”, ya que cuenta con cerca de 6 millones de habitantes, sin embargo, es un país que goza de una rica economía, debido al uso inteligente de recursos como el petróleo, lo que le ha permitido llevar adelante el desarrollo de otros sectores productivos también exitosos como la pesca o la industria hidráulica, tal como consigna la cadena británica BBC.

Aquellos países que son capaces de contar con un estado de bienestar, generan confianza con respecto a las instituciones públicas y el combate de la desigualdad, logrando aumentar los niveles de democracia.



Diversos expertos a nivel mundial señalan que los elementos claves en ese país son la fortaleza de las instituciones públicas, los bajos niveles de desigualdad y sobre todo que se trata de una cultura basada en la confianza.

Lo anterior tomando en cuenta que Noruega es un país que evidencia bajos niveles de corrupción. Además, esta nación cuenta con aquellos instrumentos necesarios para combatir la desigualdad.

La fuerte cultura igualitaria que posee el país nórdico se remonta a la religión protestante, en su pasado de austeridad y pobreza y la arraigada tradición de cercanía entre la sociedad y poder político.

Se debe entender también, que a diferencia de sus vecinos como Dinamarca, Suecia y Alemania, Noruega nunca fue considerada una potencia colonia, sino que al contrario, lo que hace al país carecer de aquella menlancolía por el poder que poseen países que alguna vez ostentaron el título de potencia.

Además, la sociedad a lo largo de los años ha forjado una fuerte cultura de participación, que nació junto a grandes movimientos sociales durante el siglo pasado y se mantiene vigente hasta hoy.

Pero incluso aquellos países que gozan de una buena salud en cuanto a democracia, también cuentan con problemas o inconvenientes, tal como ha experimentado Noruega, con un aumento del “déficit democrático”, tal como señala Erik Oddvar Eriksen, director del Centro de Estudios Europeos (ARENA) de la Universidad de Oslo.

Como sucede en otros casos, los habitantes de Noruega continúan ejerciendo sin problemas su derecho a sufragio, pero eso no significa que efectivamente estén eligiendo a los representantes idóneos para tomar decisiones que finalmente afectarán sus vidas.

Pero sin dudas, el país ahora tiene el gran desafío de mantener el privilegiado primer puesto el país más democrático del mundo.

Es aquí donde las políticas de inmigración juegan un papel muy relevante, ya que se debe garantizar la inclusión de estos “nuevos ciudadanos” en las instituciones del país.

AFP