Juan Pablo II

Juan Pablo II

Diez años después de la muerte de Juan Pablo II, el 2 de abril de 2005, la iglesia polaca echa en falta el liderazgo y carisma de ese papa, cuya imagen y homilías siguen siendo reproducidas en su país natal.

«La jerarquía eclesiástica sufre de la ausencia de Juan Pablo II. A la iglesia polaca, dividida en varias corrientes, le falta más que nunca un liderazgo fuerte», declaró a la AFP Marcin Przeciszewski, jefe de redacción de la agencia de prensa católica KAI.



Juan Pablo II «presidía la iglesia universal, pero también era considerado como el jefe informal de la iglesia polaca y, cuando era necesario, decidía en los temas difíciles», recordó. Sin embargo, la situación de la iglesia polaca sigue siendo relativamente buena, comparada con la de otros países europeos, y Polonia parece quedar al margen de la ola de secularización que afecta a Europa.

Las estadísticas confirman el buen desempeño de la iglesia polaca, cuya reputación de ‘país exportador’ de curas, con sus 30.000 sacerdotes, muchos de los cuales descubrieron su vocación bajo el pontificado de Juan Pablo II.



En 2013, la tasa de participación en la misa dominical en este país de 38 millones de habitantes, de los cuales un 80% son católicos, pasó por debajo del 40%, a un 39,1%, pero esa cifra es espectacular con relación a otros países como Francia o Letonia, donde se sitúa en un 2% y 5% respectivamente, señaló el sacerdote Wojciech Sadlon, del instituto de estadística de la Iglesia Católica.

En 1982, bajo el régimen comunista, cuando la Iglesia era un refugio para los polacos, la tasa de participación era de un 57%, destacó Sadlon. «No se registra una caída brusca, pero año tras año la tendencia a la baja», comentó.

En los últimos años, emergieron con fuerza varios movimientos anticlericales, como el partido de Janusz Palikot, que en 2011, mediante una campaña electoral contra la Iglesia, se convirtió en la tercera fuerza del Parlamento. También surgieron iniciativas cívicas contra el financiamiento del catecismo en las escuelas.

Para los polacos, creyentes o no, Karol Wojtyla fue una gran autoridad moral, un escudo natural contra los ataques de los medios anticlericales, ateos o feministas. Tras su muerte, la iglesia polaca se «sintió amenazada y se radicalizó», sostuvo Jozefa Hennelowa, de 90 años, una amiga de Wojtyla y periodista de la revista católica Tygodnik Powszechny.

Algunos católicos radicales, apoyados por algunos obispos, y la fundamentalista Radio Maryja luchan para que se endurezca la ley antiaborto polaca. Otros piden la prohibición absoluta de la fecundación in vitro. El episcopado advirtió a los diputados que votar a favor de ese proyecto implicaba «autoexcluirse» de la iglesia. En el próximo sínodo en el Vaticano, los obispos polacos van a votar contra el acceso de los divorciados a la comunión.

La iglesia polaca fue por otra parte afectada por escándalos de pedofilia, el caso más espectacular fue el del arzobispo polaco Jozef Wesolowski, exnuncio del papa en la República Dominicana, que debe ser juzgado en el Vaticano.

El papa Francisco, que predica modestia y caridad, goza de una gran popularidad entre los fieles polacos, pero no es muy bien visto en la jerarquía de la iglesia polaca. Algunos sacerdotes lo consideran «demasiado liberal, incluso marxista».

«La misión de la iglesia polaca no puede limitarse a velar por la ejecución del testamento de Juan Pablo II. Hay que escuchar lo que dice el nuevo papa Francisco», opinó Hennelowa, que señaló la expectativa que existe con el viaje que el sumo pontífice debe hacer a Polonia en 2016.

Francisco participará en las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) que se llevarán a cabo en Cracovia, ciudad en la que Juan Pablo II fue arzobispo. AFP