Santo Domingo.El “juego de la asfixia” es una práctica popular entre adolescentes en la que se autoinducen un desmayo ahorcándose para provocar un estado de euforia. La también conocida “droga de los niños buenos” es sumamente peligrosa y en el país ya ha provocado muertes.

asfixia



“Se sabe que de los pacientes que han fallecido más del 95% de los padres no sabía que existía ese juego y se vienen a enterar cuando comienzan las investigaciones tras la muerte”, comenta la neuróloga Cristian López. El mortal juego se realiza entre parejas, grupos y muchas veces termina provocando adicción en el joven, llevándolo a practicarlo solo. Equivocadamente los fallecimientos por este juego se tienden a tipificar como suicidios por ahorcamiento y es precisamente por esto que se hace difícil hablar de cantidad de muertes en el país y fuera, donde todavía es más popular.

“Los niños lo que buscan es disminuir el flujo de sangre al cerebro. Ellos comprimen el cuello, comprimen la carótida, disminuyen la sangre que llega al cerebro y se desmayan”, explica la neuróloga López. La especialista agrega que en ese momento se produce una alcalosis respiratoria, “te da unos síntomas como agitación, mareos, calambres. Es como una sensación de euforia y eso es lo que ellos buscan. Por eso es que se le dice ‘la droga de los niños buenos’”.



En República Dominicana, la doctora López asegura lo siguiente: “realmente hay un boom de este juego, sobre todo en colegios de cierto nivel socioeconómico”.

El cirujano plástico Felipe Martínez es otro médico que se ha dedicado a investigar este tema que en nada está relacionado con su profesión médica. “Me interesó el shocking game (como también se le dice) a raíz de la muerte de un hijo de un amigo mío. Esta persona (el joven) se colgó en la ducha, se amarró el cuello, se tomó selfies y en determinado momento resbaló o se cayó, no se sabe, y se quedó colgado. Cuando llegaron ya estaba asfixiado”, cuenta. La muerte de la que habla ocurrió “hace meses en Santo Domingo”.

Desde hace décadas es popular

Arnele Reyes es madre de unos mellizos de 11 años. Hace unas semanas recibió una convocatoria del colegio donde estudian sus hijos para tratar el tema del “juego de la asfixia”. Pensaba que se trataría de una “charla informativa”. Y fue con lo que vino después cuando se dio cuenta, primero, de la gravedad del juego y, segundo, de que era muy popular entre niños con edades similares a sus hijos y los demás compañeros del centro educativo ubicado en el Distrito Nacional.

“Al otro día llego a la oficina y hago la historia. Lo primero que me dice una de las chicas que trabaja con nosotros es ‘ah, yo hice eso y yo me desmayé’”, cuenta Reyes. La conversación también llevó a que otra de sus compañeras se sentara a hablar con su hijo de 14 años y así se enterara de que el adolescente lo había hecho “varias veces”.

“En el colegio, según me explicó mi hija cuando me senté a hablar con ella, expulsaron a cuatro niños de alrededor de 14 años porque estaban practicando el juego”, explica la madre. Fue la expulsión lo que llevó al colegio a convocar a los padres para expandir la voz de alarma.

“Lo sorprendente para mí fue que en medio de la charla cuando termina la intervención del doctor varios padres comentaron que era un juego que ellos habían practicado cuando eran adolescentes y te estoy hablando que tenemos un promedio de 40 años”. Cuando se debatía hacer este reportaje, un compañero de la redacción comentaba que tres décadas atrás lo había practicado entre un grupo de amigos. “Éramos muchos los que le oprimimos el pecho al muchacho. Él se cayó y recuerdo que nos asustamos”, cuenta el periodista.

Desde hace años, diarios internacionales se han hecho eco de los peligros de la práctica y las muertes que arrastra. Investigaciones del Centros de Control y Prevención de Enfermedades en los Estados Unidos, citadas por el diario mexicano Vanguardia en el 2011, confirmaban que desde el 1995 al menos 82 niños y adolescentes habían perdido la vida a causa de este juego y reconocían la dificultad de establecer estadísticas de muertes.

Las consecuencias

La neuróloga explica al periódico  elCaribe que la práctica provoca trastornos de la memoria, dolores de cabeza intensos, paro cardíaco accidentes cerebrovasculares. “El joven puede caer en coma, hacer una crisis convulsiva, morir y desde la primera vez tú puedes tener todas estas complicaciones”, señala.

La hipoxia (falta de oxígeno en el organismo) produce microinfartos cerebrales y dependiendo de donde sucedan estas lesiones se verán las consecuencias. “Puede afectar la memoria, la visión… De donde esté el infarto dependerá la sintomatología, que también puede manifestarse a largo plazo y dejar daños neurológicos permanentes”. El problema del “juego de la asfixia” es que los padres no saben que los muchachos lo están haciendo, concluye la neuróloga.
López y Martínez coinciden en la trascendencia de que los padres y centros educativos conozcan de este juego y actúen en consecuencia, hablando sobre sus riesgos. Los jóvenes también dejan muchas señales que sirven de aviso para alertar a los adultos. Las marcas en el cuello o ropa que cubra esta zona bien podrían ser símbolo de que se está ocultando algo.

Los padres deben sentarse a hablar

Los jóvenes pueden iniciarse en la práctica por experimentar nuevas sensaciones o como prueba de “entrada” a un grupo de amistades. Si en los ojos de su hijo observa vasos capilares rotos o esa zona enrojecida y cuando lo llama a cenar se sienta en la mesa medio agitado o mareado, después de pasar un rato solo, son señales de que el adolescente puede estar jugando el ‘shocking game’. También dejar objetos como corbatas, correas o bufandas sobre la ducha o lugares donde se suponen que no deben estar son indicios de esta práctica. Además de hablar con los hijos, los especialistas recomiendan a los padres acercarse al colegio, porque es muy probable que allí el fenómeno se esté propagando.

Fuente El Caribe