El ataque cerebrovascular (ACV) en los jóvenes, considerando como tales los comprendidos entre 15 y 45 años, puede suceder y es diferente al de los adultos mayores.
Los síntomas, en jóvenes y en mayores, son similares: aparición súbita y brusca de debilidad en una parte del cuerpo, imposibilidad para hablar o entender, dificultad en la marcha o el equilibrio, ceguera de uno o en ambos ojos, dolor de cabeza intenso “el peor de la vida”. Además, todos (sin importar la edad) requieren de asistencia médica urgente.
¿Por qué aparece?
Las causas del ACV son radicalmente diferentes. En los jóvenes la incidencia de ACV isquémico (falta de sangre por vaso tapado) y de ACV hemorrágico es casi igual, mientras que en los adultos mayores la incidencia es aproximadamente del 85% para los isquémicos.
Las causas de ACV isquémico en los jóvenes son bastante más variadas que en los mayores, y representan un desafío para el neurólogo. Podríamos clasificarlas de diversas maneras, pero la más utilizada es por el mecanismo por el cual se tapa el vaso. Así, tenemos:
* Cardioembolia: problemas en válvulas cardíacas. Ocurre en el 30% de los casos.
* Arteriosclerosis precoz: factores de riesgo vascular. Abarca el 20% de los casos y es más frecuente en el grupo de 30 a 40 años.
* Vasculopatía no arteriosclerótica: hay una disección arterial extracraneana, producida por drogas de abuso (como la cocaína). Se da en el 20% de los casos.
* Alteraciones de la coagulación: son la causa en el 10% de los casos.
* Casos indeterminados: abarcan el 20% restante.
Qué hacer ante una emergencia
En caso de considerar que se puede estar sufriendo un ACV, hay que llamar al sistema de emergencias público (911 o 107) o al de la cobertura médica. Si no hay alteraciones de conciencia, se puede ir directamente a un centro que tenga tomografía computada y capacidad de tratamiento fibrinolítico.
En la sala de emergencias se evaluarán las funciones vitales del paciente, se le hará una tomografía computada para diferenciar si trata de un ACV isquémico o hemorrágico. En caso de que sea el último se contactarán con un equipo de neurocirugía, pero si se trata de una isquemia y está dentro de las primeras cuatro horas y media, le indicarán una droga fibrinolítica (rTPA) que “destapa la arteria” y destruye el coágulo. Esta medicación es considerada un estándar de cuidado y, cuando está indicada, no debe ser omitida.
Pasada esta etapa, se internará al paciente en una unidad de ataque cerebral preferentemente y, de no haber complicaciones, será trasladado en aproximadamente cinco días a su casa o a un centro de rehabilitación. Se harán estudios acerca de la causa del ACV y se elegirá el mejor tratamiento para la recuperación.
En la actualidad se están investigando nuevas drogas fibrinolíticas y factores neurotróficos con acción neuroprotectora como cerebrolysin, que promueven la regeneración neuronal.
El objetivo último de los médicos será, entonces, lograr la recuperación con mínimas secuelas.
Por el doctor Ignacio Previgliano, presidente de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, profesor de medicina de la Universidad Maimónides, jefe de la unidad de neurointensivismo y gestión en procuración de órganos y tejidos para trasplante (Hospital Gral. de Agudos J. A. Fernández e Instituto de Trasplante de Buenos Aires).
Fuente: https://entremujeres.clarin.com –