El éxodo masivo de ciudadanos colombianos en la frontera colombo – venezolana producto de las deportaciones desproporcionadas que lleva a cabo el gobierno venezolano, es claramente una afrenta a las regulaciones de la comunidad internacional, y alimento para la xenofobia, mal contra el que hemos luchado fervientemente en Latinoamérica y de la que  hemos sido víctima en varios lugares del planeta.

La información de la que se dispone indica que estas deportaciones se están realizando de forma arbitraria, sin que se respetasen garantías de debido proceso migratorio, el principio de la unidad familiar, el interés superior del niño, el derecho a la integridad personal, ni el derecho a la propiedad de estas personas, pues se ha señalado que esta gente vive en constante zozobra al ser marcadas, desalojadas y despojadas de sus pertenencias.



Las conductas ocurridas en la frontera colombo-venezolana podrían encuadrarse como crímenes de lesa humanidad en el sentido en que sería una violación sistemática de los derechos de la población civil por parte del Gobierno venezolano, con la única justificación de que se trata de colombianos, si bien cada Estado tiene una soberanía y derecho para decidir quién entra o sale de su territorio, el problema es cómo se hacen esas deportaciones, y en este caso particular nos hace evocar episodios oscuros que marcaron triste y duramente a la humanidad.

Colombianos



En este caso se configura la violación a los derechos humanos, porque solo con el fundamento de que son colombianos son expulsados, sin revisar su situación migratoria. La Cancillería colombiana ha identificado que se han deportado a personas que estaban legalmente en Venezuela, que llevaban más de 40 años en ese territorio, que tienen sus núcleos familiares, sus hijos y nietos asentados allá. En ese mismo sentido, los Estados son autónomos de deportar, pero no lo pueden hacer de manera arbitraria, debe haber un debido proceso judicial o administrativo. El único fundamento para deportar es un decreto que Maduro emitió el 21 de agosto, pero no hay nada que indica qué requisitos se deben cumplir para hacer las deportaciones.

Como dato curioso, la ONG venezolana Provea, dedicada a la defensa de los derechos humanos, lanzó una campaña que compara el comportamiento de Nicolás Maduro con las declaraciones anti migración en Estados Unidos del candidato republicano Donald Trump: “¡Te pareces tanto a mí!”, se llama, aludiendo a la letra del popular bolero.

Para Colombia el cierre del paso binacional constituye una pérdida diaria de 400,000 dólares, de acuerdo a las estimaciones de Edgar Díaz, gobernador del fronterizo departamento del Norte de Santander. Del otro lado de la línea, en cambio, no han dado estimaciones oficiales, pues las exportaciones hacia Colombia habían bajado más de 40% en 2015 debido al depauperado aparato productivo venezolano. El área binacional es tan activa, que venezolanos suelen buscar empleo en Colombia, lo que les permite ganar en pesos, muy atractivo ante el devaluado bolívar.

Es más, desde hace más de un año el paso fronterizo entre Colombia y Venezuela se cierra todas las noches. Nadie entra y nadie sale, entre las 10 de la noche y la 5 de la madrugada. La medida se formalizó el 11 de agosto de 2014 para los transportistas, y se amplió desde el 15 de diciembre para cualquier otro tipo de vehículos e, incluso, quienes quieran transitar a pie. Una decisión que busca “reducir a su mínima expresión el contrabando de extracción.

Pese a lo reciente del cierre de la frontera, ya han obligado a salir del país a más de 9,000 colombianos en los últimos 10 meses, de acuerdo a cifras de la Asociación de Colombianos en Venezuela. La mayoría fueron deportados y acusados de paramilitares, sicarios, desestabilizadores y bachaqueros (contrabandistas de alimentos).

Desde 2005 se hicieron recurrentes las crisis diplomáticas entre Bogotá y Caracas. Los entonces presidentes Álvaro Uribe y Hugo Chávez no se llevaban bien y en cuatro ocasiones congelaron relaciones bilaterales. Sin embargo, nunca como ahora el debate había bajado al nivel de los ciudadanos: a Maduro, pese a sus raíces colombianas, parece incomodarle la presencia de residentes de ese país en Venezuela.

Por Daniel Merchán M @Daniel_Merchan en Twitter.