La policía china mató a 28 miembros de un «grupo terrorista» en Xinjiang, una región mayoritariamente musulmana, anunciaron este viernes los medios estatales citando a autoridades locales.

El anuncio se produce una semana después de los atentados de París, sobre los cuales la prensa oficial china informó insistiendo en que China también es «víctima del terrorismo».

Xinjiang

El balance se comunicó al cabo de una «operación de 56 días» de las fuerzas de seguridad tras los enfrentamientos de septiembre, indicó el gobierno regional.

Uno de los miembros del «grupo terrorista» se rindió, según la misma fuente.

La operación tenía como objetivo detener al grupo que el 18 de septiembre atacó una mina de carbón en la aislada región de Aksu (suroeste de Xinjiang).

Ese día, en una «emboscada», murieron 16 personas, entre ellas cinco policías y 11 «personas inocentes de diferentes etnias», indicó la fuente.

Según la Radio Free Asia (RFA), financiada por Estados Unidos, en ese incidente murieron al menos 50 personas.

Al principio de la semana, RFA afirmó, citando fuentes locales, que las fuerzas de seguridad habían matado a 17 «sospechosos», entre ellos siete mujeres y niños.

En Xinjiang, una inmensa región cercana a Asia Central, viven unos 10 millones de uigures, musulmanes turcohablantes, en parte hostiles a la tutela de Pekín.

Un sector radicalizado es responsable de varios ataques mortíferos ocurridos en los últimos años tanto dentro como fuera de la región.

En marzo de 2014, un comando uigur mató a 31 personas e hirió a más de 140 en una estación de trenes de Kunming, en el sur de China, una matanza perpetrada con arma blanca.

En octubre de 2013, un atentado en la entrada de la Ciudad Prohibida, en Pekín, provocó la muerte de dos turistas e hirió a unas cuarenta personas.

En los últimos años se ha incrementado la violencia, que Pekín atribuye a los «terroristas», o a grupos «islamistas» y «separatistas».

En mayo pasado, China anunció que había desmantelado 181 «grupos terroristas» en Xinjiang desde el comienzo de una campaña de represión llamada «Golpear Fuerte».

La campaña fue lanzada en 2014 después de un atentado que había causado 39 muertos y cientos de heridos en Urumqi, la capital regional.

La campaña condujo a centenares de detenciones y decenas de ejecuciones al término de juicios sumarios.

Después del atentado de París, el presidente Xi Jinping condenó un «acto de barbarie».

Las autoridades y la prensa insistieron en decir que al igual que Francia, China debe ser considerada como una «víctima del terrorismo».

«No puede admitirse ningún doble discurso» en este tema, declaró el domingo el ministro chino de Relaciones Exteriores Wang Yi.

«Debido a sus prejuicios profundamente enraizados y a su doble discurso, algunos países occidentales» se «niegan a reconocer que la violencia y atentados cometidos por los extremistas en Xinjiang son actos terroristas», insistió el martes pasado el diario oficial en inglés China Daily.

El gobierno chino afirma que grupos separatistas radicados en el extranjero intentan desestabilizar la región de Xinjiang.

Entre esos grupos figura el Movimiento Islámico de Turquestán Oriental (MITO), antiguo nombre de Xinjiang.

Sin embargo, expertos y países occidentales ponen en duda la influencia real de MITO y otras organizaciones extranjeras.

China quedó conmocionada por la ejecución de un rehén chino, Fan Jinghui, por parte del Estado Islámico (EI).

La organización yihadista anunció el miércoles que había ejecutado a Fan junto a un rehén noruego.

El 10 de septiembre, el EI había anunciado que tenía en su poder a Fan Jinghui sin revelar cuándo y dónde había sido secuestrado.

«Esos criminales deben ser castigados conformemente a la ley», declaró Hong Lei, portavoz de la diplomacia china, que condenó ese «acto salvaje».