La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, quedó este martes aislada luego de que su vicepresidente y líder del mayor partido de la coalición de gobierno dio señales de que puede sumarse a quienes apoyan su impeachment (juicio político).

Michel Temer, líder del poderoso partido PMDB (centro), envió una carta personal a Rousseff en la que le dice que ha sido tratado como «un vicepresidente decorativo» y que ella nunca confió en él, según la misiva divulgada este martes en la prensa brasileña.



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La carta no fue comentada por la Presidencia pero tuvo el impacto de una bomba. Ahora, el gobierno y el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff deberán hacer de nuevo las cuentas cuando creían tener votos suficientes en el Congreso para rechazar el juicio político a la presidenta.



Temer, un abogado constitucionalista de 75 años que sería el sucesor de Rousseff si ésta es apartada del cargo, lanzó también otro argumento que descoloca a la mandataria: sostuvo que la admisión del impeachment promovido por tres abogados tiene sustento legal.

El juicio político «sí tiene sustento jurídico», dijo Temer al diario O Globo, y añadió que defiende el derecho del presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, también del PMDB, de haber dado vía libre al inicio del proceso.

La presidenta asegura que el impeachment que le acusa de mal manejo de las cuentas públicas es improcedente y dice ser víctima de «un golpe» a 11 meses de haber iniciado su segundo mandato, tras ser electa con 54 millones de votos.

Rousseff, que cuenta con una popularidad de apenas 10%, había dicho reiteradamente que confiaba en que Temer la apoyaría. En su carta, Temer, en cambio, se quejó del «menosprecio» hacia su persona y hacia el partido PMDB que le ha ayudado a gobernar.

«Sé que usted hoy no tiene confianza en mí ni en el PMDB y no la tendrá mañana», afirmó. «Esa «desconfianza (es) incompatible con lo que hicimos para mantener el apoyo personal y partidario a su gobierno».

El columnista del diario O Globo, Gerson Camarotti, interpretó la carta de Temer como «una declaración de ruptura» con el gobierno.

El diputado Silvio Costa, afín al gobierno, dijo que la carta fue «inoportuna». «Si Temer dice que era una figura decorativa en el primer mandato, ¿por qué aceptó ser vice en el segundo mandato?», preguntó.

Pero el diputado Lucio Vieira Lima, del PMDB de Temer, explicó a la AFP que «el vicepresidente estaba muy irritado con una serie de movimientos que hizo el gobierno, queriendo señalarlo como lobbista, conspirador y la carta puso todo en su debido lugar».

La misiva no demoró en centrar la atención de los analistas del mercado en momentos en que Brasil enfrenta su peor recesión en décadas y el largo proceso del impeachment puede paralizar el país y agravar la situación económica.

André Guilherme Pereira Perfeito, economista jefe de la firma Gradual Investimentos en Sao Paulo, dijo advertir «un clima de guerra declarada» entre Rousseff y su vicepresidente que demorará el desenlace de la crisis.

– Comienza el proceso –

Para este martes está previsto el inicio del proceso con la instalación de una comisión especial de 65 diputados que deberá recibir los descargos de Rousseff y luego proponer al plenario rechazar el caso o dejar que siga su curso.

La integración de esa comisión del impeachment coincidirá con la sesión del consejo de ética de la Cámara, que puede decidir investigar a Cunha por ocultar cuentas en Suiza vinculadas presuntamente a la corrupción descubierta en la estatal Petrobras.

Horas antes de conocer la carta de Temer, la presidenta pidió al Congreso que suspenda el receso estival –fijado desde el 23 de diciembre hasta febrero– y que los legisladores vuelvan al trabajo tras los feriados de fin de año.

El gobierno quiere resolver el tema lo más rápidamente posible para no demorar la aprobación del ajuste fiscal en marcha y para evitar que crezca la insatisfacción popular luego de las fiestas de fin de año y las vacaciones de verano.

El proceso es largo y complejo y puede dominar durante varios meses la agenda política.

Los partidarios del juicio político calculan que en plena recesión, pérdidas de empleo, inflación en aumento y escándalos de corrupción que no paran de ser investigados, la opinión pública posiblemente se volcará a las calles y terminará presionando a los legisladores a pronunciarse contra la mandataria.