Por Víctor Bautista/ Eldia.com.do

La instalación de un albergue de animales abandonados en las calles, para cuidarlos y protegerlos, es una obra plausible, expresión de corazones solidarios, de gente sensible. El lugar donde se levante puede ser objeto de debate, sobre la base de la razonabilidad, la serenidad y la tolerancia.



Leila Mejia

Esto último no es lo que, precisamente, ha ocurrido en el caso de un proyecto de esa naturaleza rechazado por vecinos de la calle José Contreras, pues los promotores, encabezados por Leila Mejía, una abogada que habla por televisión y escribe en periódicos, han seleccionado el insulto y las expresiones degradantes como mecanismo de defensa.



Los vecinos del lugar han hecho un ejercicio de ciudadanía; la alcaldía del Distrito Nacional –que apoya el albergue- se ha abierto al diálogo. La promotora Leila y su cohorte en las redes han preferido adjetivar su lucha, procurando dar “una muerte epitetosa y epitetante” –como diría una vez José Israel Cuello- a cualquiera que se oponga al albergue.

En medio de esa tunda verbal intolerante a través de las redes sociales, a mí la Leila me ha dicho ignorante, a un reconocido medio de comunicación impreso le llamó periódico intervenido y el menos libre.

Ella es la dueña de la voz y del rostro que, en nombre de la Dirección de Migración, reciben a los viajeros en los aeropuertos del país con palabras melosas. Una verdadera dicotomía, como si tuviésemos de un lado a la realidad y del otro a la fantasía.

El colmo han sido los ataques contra la joven Indhira Navarro, periodista que ha encabezado protestas contra la construcción del albergue en el vecindario donde vive. Navarro está embarazada.
En pocas semanas tendrá su segundo hijo con todo el éxito y la salud que merece una gente buena, por demás en las manos de Dios.

Una señora que se identifica en Instagram como @ruthespinalrodriguez7696, artesana, poeta, vegetariana, activista y protectora de animales, se ha pronunciado en estos términos abyectos contra Navarro: “Ojalá se te pudra esa barriga hija de puta”.

Esta persona, que evidentemente es un alicate de la Leila, se descalifica y exhibe un espíritu de contradicción con el perfil que intenta vender y debería estar –antes que en redes sociales- en manos de un facultativo de la conducta humana.