Un concierto de críticas se elevó para reprochar a Donald Trump el haber adoptado el manual de los aprendices de dictadores al amenazar el domingo a su rival, Hillary Clinton, con enviarla a prisión si resulta ser elegido presidente.

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Durante el segundo debate presidencial -muy candente luego de que el candidato republicano hubiera invitado a una conferencia de prensa previa y a la sala del encuentro a mujeres que acusan a Bill Clinton de agresiones sexuales-, la tensión fue en aumento cuando Trump advirtió a la exsecretaria de Estado que si el fuera presidente ella «estaría en la cárcel».

El intercambio tuvo lugar durante un segmento dedicado al tema del uso que hizo Hillary Clinton de un servidor privado de correos electrónicos cuando ocupaba el cargo de secretaria de Estado.



Este asunto, explotado desde hace meses por los republicanos, ha sido un gran peso para la campaña de Clinton, y el domingo Trump hizo hincapié en ahondar esa herida durante el debate.

El magnate prometió nombrar a un procurador especial si es elegido presidente para llevar adelante una investigación contra su adversaria electoral.

«Si gano, voy a dar instrucciones a mi Secretario de Justicia para que nombre un fiscal especial para que investigue tu situación, porque nunca ha habido tanta mentira y tantas cosas ocultas» sobre el tema de los emails, afirmó Trump.

Tras una investigación, el FBI había recomendado hace unas semanas archivar el caso.

«Es muy bueno que alguien con el temperamento de Donald Trump no esté a cargo de la ley en este país», indicó Clinton, a lo que Trump contraatacó y dijo: «porque estarías en la cárcel».

Esa amenaza le valió al expresentador de televisión una lluvia de críticas del lado demócrata, pero también de algunos republicanos.

«Los candidatos ganadores no amenazan con poner en prisión a sus oponentes», reprochó el antiguo portavoz del presidente George W. Bush, Ari Fleischer, en Twitter.

«Un presidente no amenaza a un particular con persecución judicial. Trump se equivoca en esto», añadió.

David Frum, una de las plumas del presidente Bush, también se sumó a las críticas. «¿Quien aceptaría ser ministro de Justicia de un presidente que piensa que puede influenciar las investigaciones contra sus adversarios políticos?», se preguntó.

Del lado demócrata, el exministro de Justicia de Barack Obama, Eric Holder, calificó en un tuit a Trump de ser «peligroso/no apto».

El premio Nobel de Economía y columnista del New York Times, Paul Krugman, se sumó a la ola de indignación: «Hay que tenerlo claro: un candidato para presidente prometió poner a su oponente en prisión si gana. Todo lo demás es secundario».