“Con gran tristeza debemos anunciar que nuestro querido Pete Burns falleció ayer de un ataque al corazón”. Así comienza la nota de prensa que su manager ha enviado a los medios. El líder de Dead or alive, artífices del clásico You spin me round like a record, falleció este domingo en Londres a los 57 años.

Pete Burns no fue La chica danesa ni Caitlyn Jenner, pero su cambio físico fue igual de radical. No se han escrito decenas de artículos sobre su historia, pero ocupa más páginas que nadie en las webs de desastres quirúrgicos. Hacía dos décadas que no conseguía un éxito en las listas de ventas, pero siguió siendo en sus últimos años de vida una de las celebridades favoritas en el Reino Unido. Pete Burns (Cheshire, Inglaterra, 1959) puede que no le diga nada si no era usted apasionado de la música pop de los ochenta o estaba al tanto de la actualidad de las celebrities británicas, pero tiene una historia que merece la pena contar.



captura-de-pantalla-2016-10-26-a-las-12-40-41La última vez que captó la atención del público fue el pasado febrero durante una visita al plató de Celebrity Big Brother’s Bit On The Side, suerte de Gran Hermano VIP inglés (en el que ya había participado en 2005) y allí de nuevo su aspecto no dejó indiferente a nadie. Las redes sociales se colapsaron entonces con mensajes de apoyo o desolación y de nuevo se convirtió en protagonista absoluto de la noche en detrimento de los propios concursantes del reality.

Pero, ¿quién es Pete Burns y porque sus actos despiertan tanta curiosidad? Hagamos memoria. Mientras en España todavía sonaban los acordes de Karma Kamaleon y las revistas musicales (sí, llamamos así a Super Pop) se dejaban escandalizar por el atuendo de Boy George y la actitud abiertamente gay de los miembros de Bronski Beat o Frankie Goes To Hollywood, otro adalid de la ambigüedad llenaba las pistas del Reino Unido y se preparaba para conquistar el mundo con su líder Peter Burns a la cabeza.



Dead or alive se enmarcaba dentro del New wave británico en su variante new romantic, un batiburrillo en el que se agrupaba a gente tan dispar como Men At Work o Wham. Y cuya estética consistía en la acumulación y superposición de capas de ropa brillantes y cardados imposibles que dejaban a Dolly Parton a la altura de una seminarista presbiteriana. Eso sí, a pesar de los ropajes, los looks capilares y la actitud ante la vida, los medios de comunicación de la época seguían propugnando la sagrada heterosexualidad de las estrellas so riesgo de que las fans diesen la espalda a sus ídolos.

Peter Jozzepi Burns, hijo de un soldado inglés y una judía que había escapado de la Austria ocupada, se había criado en Liverpool –ciudad de la que no guarda muy buenos recuerdos– y ya desde principios de los setenta había formado parte de la escena musical de la ciudad con distintas formaciones, pero no fue hasta 1985 cuando ya en Dead or Alive logró fama internacional con el hit You Spin Me Round. Un rompepistas que ha sido versioneado entre otros por Britney Spears, Jessica Simpson y Thalia y que apoyado por media docena de singles posteriores de éxito moderado le permitió mantener una carrera musical estable.

Desafortunadamente en España nunca tuvo la repercusión de algunos compañeros de generación. Duran Duran o Spandau Ballet copaban las carpetas adolescentes. El olimpo de los dioses de la laca estaba sobresaturado de bellezas andróginas y el extrañamente frágil y hermoso Pete nos pasó desapercibido. Pero la música es sólo un parte de la vida de Pete. Lo verdaderamente revolucionario era su estética, esa estética que posteriormente copiaron otros como Boy George y que lo convirtió en un icono de la androginia y en una auténtica obsesión que le llevó a practicarse pequeñas operaciones desde la adolescencia. De hecho una de sus señas de identidad, un parche negro que lucía en numerosos vidoeclips, más que un complemente de moda era una manera de cubrir los moratones que le preocupaban las intervenciones quirúrgicas. 

Pete Burns es el líder de Dead or alive, grupo cuya estética consistía en la acumulación y superposición de capas de ropa brillantes y cardados imposibles que dejaban a Dolly Parton a la altura de una seminarista presbiteriana.

Unas intervenciones que empezaron de manera sutil y acabaron transformado radicalmente su físico a costa de gastar todos los ahorros de su vida en 18 intervenciones estéticas, muchas de ellas para arreglar una nefasta operación de labios que desembocó en una demanda por un millón de euros y que lo llevó a formar parte de ese olimpo de desastres estéticos del que es sumo sacerdote junto a Jocelyn Wildestein o los hermanos Bogdanov. Cuando reapareció en 2003 con una nueva versión de su clásico, sus fans sufrieron un shock.

Poco a poco su presencia televisiva acabó centrándose en realities que le permitieron recuperar su antigua celebridad y que le llevaron a vivir momentos tan excesivos y surrealistas como el que tuvo lugar en la cuarta edición del Celebrity Big Brother, cuando estuvo a punto de ingresar en prisión por entrar en el programa con un abrigo de piel de gorila, cuyo comercio está prohibido en el Reino Unido desde 1975. 

Y su nueva fama como celebridad televisiva se sustentó tanto en su antiguo éxito musical y sus desastrosas operaciones como en su agudísima lengua. Tanto en los diversos realities en los que participó como en su autobiografía Freak Unique no tuvo problema en revelar lo profundamente desgraciado que se sentía en su Liverpool natal y su certeza de que de haber seguido viviendo allí habrían acabado con su vida. O de los abusos sexuales que sufrió en su infancia, su posterior depresión y sus intentos de suicidio.

A pesar de ello la vida emocional de Pete no sufrió tantos cambios como su nariz, pero no dejó de ser peculiar. Cuando tenía quince años conoció a Lynne Corlett, una compañera de la peluquería en la que trabajaba, congeniaron, se hicieron amigos, se casaron y pasaron juntos 25 años durante los cuales Peter realizó las cirugías que le transformaron por completo. Antes de que Caitlyn Jenner hiciese al mundo entero preguntarse por términos como identidad de género y orientación sexual, Pete Burns ya estaba demostrando que un look andrógino y miles de libras gastados en cirugía no estaban reñidos con acostarse con alguien del sexo contrario.

En 2006 se divorciaron y el mismo año Pete contrajo matrimonio con un hombre, Michael Simpson, del que también se divorciaría un año después. A pesar de ello, su exmujer Lynne sigue siendo una de sus mejores amigas y su principal apoyo. Según afirma, para ella seguía siendo “el mismo Pete de siempre”. Probablemente sólo para ella.

Fuente: revistavanityfair.es