Al ritmo de una buena salsa, atreviéndose incluso a un paso en cuclillas, el presidente Nicolás Maduro pone a girar a su esposa frente a las cámaras, haciendo oídos sordos a quienes le dicen que, mientras está de rumba, Venezuela se derrumba.

Bailando salsa, guaguancó, joropo y hasta reggaetón, como animador de radio y televisión, activo en toda las redes sociales, Maduro impulsa una nueva estrategia de comunicación que sus adversarios juzgan indolente frente a las calamidades del país.



«Dicen que porque bailo salsa estoy loco. ¡Ah! pero si Obama sale bailando, él no es loco, es chévere», se quejó antes de sacar a bailar a «Cilita la bonita» -como le dice a su esposa Cilia Flores- en su programa televisivo «En contacto con Maduro».

«¡Levanten la mano todos los que bailan salsa!, nos declaramos locos todos», agrega, causando furor en un público de colegiales que, entre aplausos, animaban: «¡que baile!».



Un puño al frente primero y luego el otro encima, batiendo las caderas mientras baja y sube, Maduro ensayó también unos pasos de «Punto, palito y me lo gozo», el baile de moda que le enseñaron los estudiantes.

Nos sentimos ofendidos

Con la «primera combatiente», como le llaman a la primera dama, Maduro derrocha serenidad y buen humor, en plena crisis económica y crispación política por la reciente suspensión de un referendo revocatorio en su contra.

No es la primera vez que danza ante cámaras, pero las críticas arreciaron tras lanzar este mes en radio «La hora de la salsa», justo el día en que sus opositores planeaban hacerle un juicio parlamentario, culpándolo por la crisis.

«Es un ridículo. Nos sentimos ofendidos. Se burla del pueblo: en vez de gastar en programas, debería traer medicinas», dijo a AFP Euro Bermúdez, de 62 años, al salir de un banco donde cobró su pensión.

Pero Orlando Zacarías, transportista de 49 años, considera que Maduro «poco a poco está entrando en cada venezolano para transmitir su mensaje».

Por las redes sociales circularon «memes» que lo mostraban bailando junto a una víctima del crimen, en una larga fila de personas que buscan alimentos escasos y al lado de una pareja que se despide porque uno de los dos va a emigrar.

Revolución comunicacional

Maduro asegura que sus programas llevan «la voz de la verdad», al acusar a medios nacionales y extranjeros de una campaña de desprestigio contra su gobierno.

«Es una revolución comunicacional», anunció, al explicar que aumentará su presencia en medios tradicionales, en redes sociales y hasta tocando puertas en las casas. Incluso invitó a Venezuela al fundador de Facebook, Mark Zuckerberg.

«En contacto con Maduro», que llegaba al filo de la medianoche los martes, ahora sale al aire los domingos como el «Aló presidente» de su mentor, Hugo Chávez. El pasado duró cuatro horas y lo amenizó una orquesta salsera.

«La hora de la salsa» se transmite al mediodía por la radio presidencial, en Facebook y Periscope. Dura más de dos horas y allí el mandatario presenta canciones y habla igual del puertorriqueño Héctor Lavoe que de aumentos salariales y demandas judiciales.

Con un ritmo como la salsa, Maduro -exchófer de autobús que el miércoles cumplirá 54 años- busca llegar a sectores populares que lo castigaron en las elecciones legislativas de diciembre pasado, donde arrasó la oposición, según el psicólogo social Ricardo Sucre.

Indestructible

Ignorando la letanía de sus adversarios que le piden que deje el poder, Maduro habla en sus programas de planes hasta enero de 2019, cuando termina su mandato.

«Quiere mostrarse seguro y relajado, no como que se va a caer del gobierno», comentó Sucre. Aunque sin carisma, «Chávez lo escogió como sucesor porque puede sobrellevar dificultades sin verse nervioso», añadió.

No se inmutó el domingo por el caso de dos sobrinos de su esposa, culpados el viernes de narcotráfico en Estados Unidos. La pareja presidencial más bien bailó, sonriente.

«¿Acá también vas a bailar? El país espera que des la cara», le recriminó el líder opositor Henrique Capriles.

Maduro dedica canciones a sus adversarios, principalmente al jefe parlamentario Henry Ramos Allup: «Tú loco loco, y yo tranquilo», de Roberto Roena.

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Y desafiando a sus enemigos, en sus programas pone la canción de Ray Barretto que asume como sello personal: «Indestructible».