Ciudad del Vaticano, Santa Sede. El papa Francisco llegará «en peregrinación» el viernes a Fátima, enclave de fervor popular que recibirá hasta un millón de fieles para la canonización de dos pastorcitos que dijeron haber sido testigos de apariciones de la Virgen María hace 100 años.

A la espera de su llegada, las autoridades portuguesas refuerzan la seguridad, conscientes de la afición del pontífice argentino por los prolongados baños de masas.



Una multitud de 400.000 peregrinos del mundo entero se congregará en la enorme explanada de la Basílica de Fátima, Portugal, para recibir al «papamóvil» la tarde del viernes, mientras que otros tendrán que conformarse con ver las ceremonias en pantallas.



El pueblo de 12.000 habitantes acogerá el fin de semana a 40.000 personas que llegarán a pie, 2.000 periodistas, 100 grupos de peregrinos, 2.000 curas, 71 obispos, 8 cardenales y 350 enfermos, adelantó Carmo Rodeia, una responsable del santuario.

Muchos de los peregrinos vendrán de América Latina, principalmente de México y Colombia, pero también de Asia. La población portuguesa (10,3 millones de personas, 89% de ellas católicas) tendrá una nutrida representación, de allí que el papa hablará en portugués.

A su llegada, Francisco se dirigirá a la «Capilla de las Apariciones», erigida en el sitio donde, según la creencia popular, la Virgen se apareció por primera vez, el 13 de mayo de 1917, a los tres pastorcitos.

La madre de Jesús se habría aparecido en seis ocasiones, entre mayo y octubre de 1917, a los hermanos Jacinta (7 años) y Francisco (9) Marto y a su prima Lucia dos Santos (10), a quienes reveló tres «secretos», que la Iglesia católica consideró como proféticos de la historia del siglo XX.

Jacinta y Francisco fueron beatificados por Juan Pablo II en Fátima el 13 de mayo de 2000.

Desde 2008, el Vaticano se plantea beatificar a Lucia dos Santos, la mayor de los tres pastorcillos, que se hizo monja y falleció en 2005.

– Religiosidad popular –

Las revelaciones reportadas por los tres niños, así como los milagros que permitirán al papa canonizar el sábado a los hermanos Francisco y Jacinta, no constituyen dogma, es decir, no tienen que ser creídos por todos los católicos.

Pero la Iglesia está muy atenta a la vitalidad de la religiosidad popular en millones de creyentes.

«La Iglesia debe partir de las vivencias de la gente. Si no lo hace, tendría una posición absolutista, un magisterio abstracto», explica el profesor de teología Ermenegildo Manicardi.

La Santa Sede se muestra por ejemplo muy reticente a reconocer las supuestas apariciones constantes de la Virgen desde hace tres décadas en Medjugorje (sur de Bosnia y Herzegovina), aunque despachó un enviado especial para conocer «las necesidades» del millón de peregrinos que anualmente visita el lugar.

Las revelaciones sobrenaturales a fieles son igualmente consideradas por la Iglesia católica como «una ayuda» posible para la vida espiritual en momentos difíciles.

De hecho, las apariciones de Fátima ocurrieron en medio de la Primera Guerra Mundial y tras siete años de persecuciones violentas contra la Iglesia en Portugal, país devenido laico y anticlerical, recuerda el experto Carlos Alberto de Pinho Moreira Azevedo, del Consejo Pontificio de la Cultura del Vaticano.

– Papas pastores –

Esas revelaciones, reconocidas por la Iglesia católica desde 1930, no suscitan solo el entusiasmo de los más humildes. Francisco será el cuarto papa en peregrinar al santuario mariano.

En tres ocasiones fue Juan Pablo II, quien veneraba especialmente a Nuestra Señora de Fátima, convencido de que le salvó la vida en el intento de asesinato que sufrió en la plaza de San Pedro en Roma, el 13 de mayo de 1981, aniversario de la primera aparición.

«Cuando el papa Juan Pablo II hizo engastar en la talla de Fátima la bala que debía matarlo, hizo un gesto extremo de piedad popular», señaló Manicardi.

El argentino Francisco, que evoca continuamente a María, se muestra muy sensible a la tradición de la piedad popular en América Latina. Fue a la Basílica de la Virgen de Guadalupe en México, el santuario mariano más visitado del mundo, y se dio un baño de masas en Aparecida (Brasil).

«Tanto Juan Pablo II como Francisco son dos papas pastores que van al contacto de la gente», señala Manicardi, explicando su atracción por la piedad popular, menos pronunciada en el papa teólogo alemán Benedicto XVI.

En 2000, Juan Pablo II beatificó en Fátima a los pastorcitos. Este sábado, Francisco los proclamará santos ante una multitud el doble de grande.