Irán anunció el sábado que había probado «con éxito» un nuevo misil de 2.000 km de alcance, mientras que Estados Unidos denuncia el programa balístico de Teherán y amenaza con abandonar el acuerdo nuclear.

La televisión estatal difundió imágenes del lanzamiento del misil Joramshahr y de algunas tomas realizadas desde el interior del aparato.



No se precisó la fecha del ensayo pero el viernes, en la presentación del misil durante el desfile militar organizado con motivo del aniversario del inicio de la guerra Irak-Irán de 1980, un responsable iraní había declarado que «estaría operativo en un futuro próximo». 



El anuncio de Teherán coincidió con un clima muy tenso entre Irán y Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, amenaza con sacar a su país del acuerdo sobre el programa nuclear firmado en 2015.

«Irán acaba de probar un misil balístico capaz de llegar a Israel. Ellos también están trabajando con Corea del Norte. ¡No tenemos mucho de un acuerdo!», tuiteó Trump el sábado.

Ese acuerdo fue firmado por Irán y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China) más Alemania.

El acuerdo nuclear no prohíbe las actividades balísticas de Irán pero la resolución 2231 del Consejo de Seguridad de la ONU, que lo ratificó, insta a Irán a no llevar a cabo ninguna actividad para desarrollar misiles diseñados para transportar cabezas nucleares.

Los responsables iraníes afirman que los misiles de su país no están pensados para incorporar cabezas nucleares y que, además, Teherán no tiene ningún programa para fabricar armas nucleares.

«El misil Joramshahr, de 2.000 km de alcance, puede transportar varias cabezas convencionales para golpear varios objetivos a la vez», dijo el general Amir Ali Hadjizadeh, comandante de la fuerza aeroespacial de los guardianes de la revolución, citado el viernes por Irna.

Irán ya posee otros dos misiles, Ghadr-F y Sejil que, con sus 2.000 km de alcance, podrían llegar hasta Israel, archienemigo de Irán, y a las bases estadounidenses de la región.

El viernes, el presidente Hasan Rohani ya afirmó que Irán se negaba a limitar su programa balístico.

«El misil balístico que disparó Irán constituye una provocación para Estados Unidos y sus aliados como Israel, y una forma de poner a prueba nuestras reacciones» afirmó el ministro en un comunicado.

– ‘Disuasión’ –

«Tanto si lo quieren como si no, vamos a reforzar nuestras capacidades militares, necesarias en materia de disuasión», declaró Rohani durante el desfile militar. «No solo vamos a desarrollar nuestros misiles sino también nuestras fuerzas aéreas, terrestres y marítimas. Para defender nuestra patria no pediremos el permiso de nadie».

El acuerdo de 2015 debería garantizar el carácter estrictamente civil y pacífico del programa nuclear iraní, a cambio de un levantamiento progresivo de las sanciones contra Teherán.

Sin embargo, desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, Estados Unidos no ha dejado de criticar el acuerdo, y su presidente amenazó con denunciarlo.

El secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, consideró el  miércoles que las «esperanzas» de una estabilización en Oriente Medio generadas por el acuerdo se habían revelado vanas.

«Desde el acuerdo, no hemos constatado que la región se haya vuelto más estable y pacífica», dijo Tillerson, aludiendo al apoyo de Irán al régimen sirio de Bashar Al Asad y al desarrollo del programa de misiles balísticos de Teherán.

El próximo 15 de octubre, Trump tiene previsto notificar al Congreso si Irán respeta sus compromisos en el marco del acuerdo. Si dijera que no es así, el Congreso podrá imponer de nuevo las sanciones contra Irán.

Con todo, la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) ha señalado en varias ocasiones que Teherán está cumpliendo con sus compromisos.

Por su parte, los países europeos y Rusia solicitaron a Trump que no abandonara el acuerdo nuclear, si bien el presidente francés, Emmanuel Macron, afirmó que el pacto no basta y que habría que obligar a Irán a reducir su programa balístico y limitar sus actividades en la región, principalmente en Siria.

Teherán asegura que necesita reforzar su programa balístico para estar en equilibrio con los otros países de la región, principalmente Arabia Saudí e Israel, que invierten miles de millones de dólares en comprar armas a los países occidentales, especialmente a Estados Unidos.