Estados Unidos. Se suponía que provocarían una revolución energética, pero la popularidad de las luces LED está generando un aumento de la contaminación lumínica en el mundo, con consecuencias nefastas para la salud humana y animal, dijeron el miércoles investigadores.
El estudio, publicado en la revista Science Advances, se basa en datos satelitales que muestran que la noche de la Tierra se está haciendo más brillante, y las áreas exteriores iluminadas artificialmente crecieron a un ritmo del 2,2% anual entre 2012 y 2016.
Los expertos dicen que es un problema, porque las luces nocturnas interrumpen nuestros relojes biológicos y aumentan los riesgos de cáncer, diabetes y depresión.
Para los animales pueden ser fatales, ya sea atrayendo insectos o desorientando a las aves migratorias o las tortugas marinas.
El tema no son solo las luces LED, que son más eficientes porque necesitan menos electricidad para proporcionar la misma cantidad de luz, explicó el autor principal Christopher Kyba, físico del centro alemán de investigación para geociencias GFZ.
El problema es que la gente sigue instalando más y más luces, dijo a periodistas en una conferencia telefónica.
«Iluminaremos cosas que no iluminábamos antes, como una ciclovía en un parque o una carretera que conduce a las afueras de la ciudad», ilustró. «Todos esos nuevos usos de la luz compensan, hasta cierto punto, los ahorros que tuvimos».
Los expertos lo llaman «efecto de rebote» y también se lo puede ver con los autos de consumo eficiente: la gente puede comprar un automóvil que requiera menos combustible, pero luego decidir conducirlo más seguido.
– Primera vista nocturna global –
El estudio se basó en el primer radiómetro diseñado especialmente para luces nocturnas: el Visible/Infrared Imager Radiometer Suite (VIIRS).
Está montado en un satélite de la Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos llamado Suomi NPP, que ha estado orbitando la Tierra desde octubre de 2011.
«Con pocas excepciones, el aumento en la iluminación se produjo en Sudamérica, África y Asia», apuntó el informe.
Las disminuciones fueron raras, pero se notaron en lugares asolados por la guerra como Siria y Yemen.
Algunas de las zonas más brillantes del mundo, como Italia, Holanda, España y Estados Unidos, eran relativamente estables.
Pero a pesar de que Milán, por ejemplo, cambió a luces LED y vio bajar su resplandor durante el período 2012-2016, hubo aumentos en otras partes de Italia.
«El hecho de que no viéramos que el país se oscurecía significa que había luces nuevas o más brillantes en otras ciudades que compensan esta diferencia», explicó Kyba.
Los investigadores también advirtieron que los datos del satélite probablemente subestimaron la luz general, porque no se pudo captar las longitudes de onda azules que son prominentes en muchas luces LED.
– Soluciones a un «problema crítico» –
El exceso de luz nocturna no solo daña los hábitats naturales y hace imposible la observación de estrellas, sino que también cuesta casi 7.000 millones de dólares anuales en «impactos negativos en la vida silvestre, la salud, la astronomía y la energía desperdiciada», según un estudio de 2010 publicado en la revista Ecological Economics.
Los hallazgos del estudio de Science Advances «no son una gran sorpresa para quienes siguen este tema», aseguró Travis Longcore, profesor de arquitectura, ciencias espaciales y ciencias biológicas de la Universidad del Sur de California.
Longcore, que no participó en el estudio, describió la tasa de crecimiento anual del 2,2% como «insostenible».
Entre las soluciones, se cuenta usar luces de menor intensidad, apagarlas cuando no son necesarias y elegir luces LED de color ámbar en lugar de azul o violeta, ya que esas tienden a ser las más nocivas para la salud humana y animal.
La gente también necesita cuestionar sus suposiciones de que las luces nocturnas hacen al mundo más seguro.
«No hay evidencia concluyente de que la luz adicional reduzca el crimen», dijo Longcore a la AFP. De hecho, hay evidencia que muestra que lo «aumenta porque los delincuentes pueden ver lo que están haciendo», agregó.
«Muchas de las cosas que asumimos que son necesarias simplemente no lo son. Son excesivas».