Por José Rafael Sosa
Ya se ha dicho de mil formas: El documental no es un género cinematográfico “menor” respecto de las cintas de ficción, por lo cual público, críticos y cronistas debe redimensionar su consideración.
El cine basado en la descripción de la realidad, la historia, la gente y los pueblos, tiene tanto valor artístico y cinematográfico como el de las historias creadas para la diversión y la emoción de la gente.
Hay un país en el mundo, es la producción documental que mejor retrata la esencia de lo dominicano. Emocional y técnicamente, el director, da en la diana, al plasmar paisajes, historia arte, artesanía y al lograr una producción que relaciona temas y figuras de la música y la canción, de diversas épocas, logrando actuaciones bi-temporales que solo se podrán ver en este trabajo. Cuando la música y la voz se encumbran desde pantalla, la piel se eriza y un sentimiento de orgullo nacional se hace presente. Hay nudos en la garganta. El ser dominicano tiene entonces una de sus mejores formas de expresarse.
El trabajo es continuación de una corriente nacional que se ha instalado en pantalla, y que procura transformar el perfil nacional en tema de cine criollo exportable.
Cuando bien el cine dominicano mira hacia el país, su cultura, su música, sus artistas de tipa expresión, sus tradiciones, sus colores y su historia, si lo hace con excelencia, sin dudas que trasciende el interés local.
El documental no es un género cinematográfico “menor” respecto de las cintas de ficción, por lo cual público, críticos y cronistas debe redimensionar su consideración. El cine basado en la descripción de la realidad, la historia, la gente y los pueblos, tiene tanto valor artístico y cinematográfico como el de las historias creadas para la diversión y la emoción de la gente.
Varias producciones de cine de este año, sobre todo de ficción, evidencian un vuelco de la atención hacia la identidad y cultura nacionales, incluyendo a Patricia, regreso de un sueño (René Fortunato) y Colao (Frank Perozo) exponen sus historias en el marco de lo orgullosamente dominicano.
La historia romántica de Fortunato es un proyecto muy cuidado en sus detalles que logró acepción de la gente y que ha tenido presencia internacional, mientras que Colao ha dejado ver tanto la belleza de sus imágenes como la fuerza en taquilla, con sus 54 mil boletos vendidos en su primer fin de semana, estableciendo un record nacional para un filme criollo en ese lapso.
José Enrique Pintor, (En la cárcel de la victoria, el cuarto hombre; Sanky Panky, Santi Cló, la vaina de la Navidad, Sol y Luna (documental), No hay más remedio y más recientemente Mañana no te olvides) es cineasta dominicano con la más amplia variada de realizaciones en cine. Su producción recorre, drama, comedia (de situación y de acción) y el documental.
Pintor no se ha quedado estacionado en géneros que, como la comedia, garantizan, buenas ventas en taquillas, ni se ha limitado a “crear” figuras taquilleras, como es el caso de Fausto Mata, en quien vio condiciones para establecerlo como figura en la gran pantalla criolla, tal cual ha sido.
de ha proporcionado varias precedencias al cine dominicano, ha aprovechado como pocas veces se ha hecho, las identidad nacional dominicana, para producir Hay un país en el Mundo.
La premier
La exhibición de apertura de Hay un país en el mundo realizada por el Banco BHD León en el Teatro Nacional, ofrece un espaldarazo al género documental dominicano realizado con criterio y calidad de realización.
El cartel
Uno de los aspectos más descuidados por la industria local, es el cartel. Para el caso de Hay un país en el mundo, lo que se ha logrado es la centalización del tema en la imagen de un hombre que saluda orgulloso, el ambiente ante el cual se encuentra.
Directo, bien diseñado, con colores suaves y evitando clichés gráficos, Hay un país en el mundo tiene una imagen digna.