Hoy se celebra el Día de los Reyes Magos quienes tras el nacimiento de Jesús de Nazaret, acudieron desde Oriente para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra.

Estos personajes que originan quizás la más mágica atmósfera para la Navidad, encarnan también una de las epopeyas más peculiares. Cuentan las crónicas que eran Reyes de Persia, a quienes se les llamaba magos porque eran sacerdotes astrónomos que se dedicaban al estudio del firmamento en la corte de Babilonia.



Ellos se pusieron en marcha cuando vieron en el cielo una estrella muy luminosa a la que asociaron con las antiguas profecías y luego de un largo viaje llegaron a Belén para adorar y entregar sus místicas ofrendas al Mesías recién nacido, burlando al infanticida más temido y famoso de la historia: Herodes.



En los primeros tiempos del Cristianismo, esos tres Reyes se transformaron en Melchor, que representaba a Asia, Gaspar que lo hacía a Europa y Baltasar que personificaba a África y así, a las tres razas que según el Antiguo Testamento descendían de los hijos de Noé. Además sus distintas edades aludían los períodos de la vida: la juventud, la madurez y la vejez.

Los Reyes Magos llevaron al Niño regalos que también tienen su simbolismo: oro por su origen real; incienso por su divinidad y mirra por ser al fin un hombre.

Otra narración cita que después de la Resurrección fueron bautizados, consagrados obispos y muertos martirizados en el año 70 siendo sus restos depositados en el mismo sarcófago.

Estos fueron llevados a Constantinopla por Santa Elena y posteriormente a Milán. Finalmente en el siglo XII, Federico I Barbarroja los trasladó a Colonia donde hoy reposan en un relicario dorado de estilo bizantino que se venera en la catedral de esa ciudad alemana.

El otro enigma íntimamente relacionado con ellos, es el brillante astro que les condujo hasta el Pesebre. Para muchos autores no era sino un cometa o meteoro luminoso.

Indica el periódico El Día en una publicación de este sábado que hay quien sostiene que pudo tratarse del cometa Halley, en tanto que Kepler, el famoso astrónomo alemán, en 1606 afirmó que pudo nacer de la conjunción triple de dos planetas, Saturno y Júpiter, en la constelación de Piscis.

Aún cuando cualquiera de ellos haya sido su origen, la Estrella de Belén, ha pasado a la historia como otra de las fuertes señales que anunciaron el nacimiento del Rey de Reyes pasando a integrar este quinteto de tradiciones y leyendas que acompañan a los festejos de la Navidad.