A veces nos preguntamos “¿Por qué orar?”. Encontramos la respuesta en Jesús, el cual mostró una vida de oración incesante, manteniéndose firme en ella a pesar de las circunstancias a las que se vio expuesto. Él no se conformaba con orar por poco tiempo; al contrario, pasaba toda la noche orando a Su Padre subiendo al monte para encontrarse a solas con Él.

Jesús ganó muchas batallas y todo fue porque no se apartó de la presencia de Dios. A veces no entendemos la necesidad de orar; oramos cuando manejamos, estamos en la casa, trabajando, etc. Todo eso se llama vivir una vida en comunión, pero lo que realmente nos dignifica delante de Él es que apartemos un tiempo todos los días y subamos al monte a recibir Sus enseñanzas.



Tenemos que saber que entre más horas pasamos con Dios, menos tiempo tendremos que pasar con el hombre, porque en ese tiempo se nos revelan todas las cosas que necesitamos saber para enfrentar y vencer a nuestro enemigo.

Su vida de oración debe ser un ejemplo a imitar por todos los que nos llamamos seguidores de Cristo, porque el líder modela para que los demás lo sigan. Todos los evangelios relatan Su vida de oración estableciendo esto, que la batalla se gana cuando hay incienso que suba a Su Presencia, porque el que ora respaldo del cielo alcanza.



Por la Pastora Montserrat Bogaert