Dios conoce todas las cosas; para Él nada sucede por casualidad porque de antemano las conoció. Esto debe hacernos sentir seguros y confiados porque Él ya conoce nuestro destino y sabe nuestro final.

A veces nos desesperamos cuando vemos que estamos alejándonos y tomando otro camino muy diferente al propuesto. De inmediato comenzamos a ver al enemigo en todo. Esto no siempre es verdad; es Dios quien nos lleva, porque cuando Le entregamos nuestra vida Le damos el control absoluto y la responsabilidad de hacer lo que se necesita.



Es necesario que confiemos y descansemos, porque todo lo que Él hace es bueno. José fue encarcelado; en la cárcel le reveló el sueño al copero y al panadero del rey. Cuando el copero salió de la cárcel se olvidó de ayudar a José, quien pasó dos años más preso. Pero al cabo de este tiempo el rey tuvo un sueño, el copero se acordó de José y se lo dijo al rey, el cual lo hizo salir de la cárcel y lo llevó al palacio. Ahí lo estableció como el segundo después de él.

Nadie sabía que su final era ser el segundo de Egipto. El camino a tomar y el tiempo en que sucedería solamente Dios los conocía. Era necesario que pasara todo esto y permaneciera más tiempo en la cárcel para llegar a ser lo que estaba predestinado ¿Fue Dios injusto? No, porque era necesario que esto aconteciera para que Faraón lo llamara; no para ir de visita sino para vivir y gobernar desde ahí.



No nos preocupemos por lo que está pasando; porque Él está preparando nuestra entrada triunfal al palacio para poseer todas Sus riquezas. No escojas el camino; déjalo escoger a Él.

Por la pastora Montserrat Bogaert/ Iglesia Monte de Dios