Es difícil que reconozcamos nuestras debilidades, porque pensamos que esto nos resta y que los demás no nos verán igual. Entonces la imagen que hemos proyectado se caerá; por eso seguimos ocultando nuestros temores, inseguridades y complejos.
Callarlos es un gran error, porque cuando algo no se reconoce y se oculta no puede solucionarse. Al contrario, se agrava más y repercute en otras áreas que no estaban débiles pero, por callar, estas son afectadas. Así vemos que, por no afrontar nuestras debilidades con valentía, nos enredamos en un mundo de mentiras y engaño del cual se nos hace difícil salir, ya que nos acostumbramos a mentir por seguir encubriendo.
Por eso, creamos un mundo a nuestro alrededor el cual no permite que Dios convierta lo débil en fuerte. Solamente cuando lo reconocemos Él nos hará fuertes, porque Su palabra dice “Diga el débil: Fuerte soy”.
Por la pastora Montserrat Bogaert/ Iglesia Monte de Dios