La fiscalía de la ciudad francesa de Rennes anunció el jueves que interpuso un recurso de casación después de que una corte aceptara que Fañch, un bebé bretón, conservara la virgulilla en su nombre.
«Según los textos, la tilde no es reconocida como un signo diacrítico de la lengua francesa. Por lo tanto, parece necesario, a la vista de las posibles repercusiones nacionales de la sentencia mencionada, someter al Tribunal de Casación la cuestión de la utilización de la virgulilla en un nombre de pila», señaló el fiscal general Jean-François Thony, en un comunicado.
El caso del pequeño Fañch, de 19 meses de edad, se remonta a 2017. Después de su nacimiento, un empleado del registro civil se negó a aceptar la ortografía bretona del nombre, antes de que la teniente de alcalde de la localidad, Isabelle Le Bal, diera su visto bueno a la virgulilla.
La fiscalía decidió entonces llevar el caso ante un tribunal al considerar que no se respetaba la lengua francesa.
En un primer veredicto el 13 de septiembre de 2017, un tribunal dictaminó que autorizar la eñe significaría «romper la voluntad de nuestro Estado de derecho de mantener la unidad del país y la igualdad sin distinción de origen», recurriendo, entre otras cosas, a una ley del 20 de julio de 1794, durante la Revolución Francesa, que establecía el francés como único idioma de la administración.
Pero a inicios de semana, la corte de Apelaciones de Rennes autorizó al pequeño a Fañch, cuyo nombre es el diminutivo de François en bretón, a conservar la letra ‘ñ’, estimando que ésta no atentaba contra «el principio de redacción de las actas públicas en lengua francesa» ni el artículo 2 de la Constitución que postula que «la lengua de la República es el francés».
«Estoy enfadado, es un desprecio arrogante para todo un pueblo», reaccionó el jueves indignado el abogado de los padres de Fañch, Jean-René Kerloc’h, tras el anuncio de la fiscalía.