En el mundo de hoy, la impaciencia es un distintivo común. Queremos comida, ayuda e información de inmediato. Esperar a que la computadora se encienda puede causar frustración. Pero el Señor se especializa en el trabajo seguro. Está más interesado en la calidad del proceso que en un resultado rápido.

En ninguna parte esto es más evidente que en la esfera del discernimiento espiritual. Cuando nos convertimos en cristianos, no nos hacemos sabios y entendidos al instante: el aprendizaje comienza con la salvación y continúa el resto de nuestra vida.



No obstante, algunos creyentes no parecen crecer en absoluto. Envejecen, pero su comprensión de la Palabra de Dios nunca llega a ser muy profunda. Esta falta de sabiduría espiritual es el resultado de la ignorancia de las Sagradas Escrituras, la apatía, la indiferencia en cuanto a los asuntos de la fe, y no aplicar las verdades bíblicas. El discernimiento requiere tiempo y esfuerzo.

Tome tiempo para reflexionar acerca de las consecuencias de sus acciones y decisiones. Si se siente acusado por lo que nota, deje que eso le motive a comenzar una búsqueda de por vida del Señor y sus caminos. Comience por leer la Biblia con regularidad. Y mientras lo hace, pídale al Señor que abra su corazón y su mente para entender lo que le está diciendo.



Recuerde que solo leer la Palabra de Dios no es suficiente. Sin aplicar lo que ha leído, lo único que tendrá es información intelectual. La obediencia nos ejercita para discernir el bien y el mal. A través de la práctica, cultivamos sabiduría y desarrollamos madurez espiritual. Con su perseverancia y la gracia de Dios vendrá la capacidad de discernir.

 

Fuente Encontacto.org