En un lapso de tres días, los discípulos pasaron de la tristeza inconsolable al júbilo triunfante. La cruz parecía ser el final, haciéndolos sentirse desesperados e indefensos, pero la Resurrección anunció un nuevo comienzo, que produjo confianza y valentía. La nube de duda y desesperación se desvaneció, y fue reemplazada por una fe invencible.

¿Puede imaginar cómo se sintieron cuando se dieron cuenta de que Cristo había resucitado? De repente, la esperanza cobró vida, ¡no habían creído una mentira! Su victoria sobre la muerte demostró que era el Mesías y que todo lo que había dicho era verdad.



Conmemoramos la muerte del Señor Jesús en la cruz con solemnidad, pero la Resurrección requiere aplausos, alabanzas y cánticos. Todas las bendiciones que nos llegan a través de la cruz del Salvador nos son confirmadas por la Resurrección. Ella confirmó que el Padre estaba satisfecho con el pago de su Hijo por nuestros pecados. Podemos saber que nuestras transgresiones son perdonadas y que estamos seguros por la eternidad.

Además, Cristo promete que también resucitaremos y recibiremos cuerpos nuevos. La muerte física no podía retenerlo, ni tampoco a nosotros. Porque venció la tumba, sus seguidores tenemos la misma clase de vida que Él tiene: eterna e indestructible. Él nos ha salvado del infierno, transformado y prometido la resurrección para vida eterna en el cielo.



Celebramos la Pascua de Resurrección con regocijo porque nuestro Salvador venció la muerte y vive para siempre.

Fuente Encontacto.org