Para todos, en ocasiones viajar en avión puede convertirse en una experiencia estresante.
Sin embargo, hay algunas reglas que no conviene saltarse bajo ninguna circunstancia: por comodidad, respeto a los otros pasajeros o incluso por tu seguridad.
Ignorar las instrucciones de seguridad.
Sabemos que es aburrido, que ya lo has escuchado y todo mundo sabe cómo abrocharse el cinturón. Sin embargo, esta información puede salvar tu vida en caso de emergencia. Al menos tómate algunos segundos para identificar la salida más cercana a tu lugar; en una cabina oscura o cubierta de humo, no podrías contar el número de asientos para abandonar el avión lo más rápido posible.
Hacer bromas sobre bombas.
No sólo nadie se reirá de tu chiste. Debes saber que las sobrecargos tienen el poder de impedirte viajar a la menor señal de que seas un riesgo de seguridad. Lo mismo aplica con los filtros de seguridad y los agentes migratorios.
Reclinar tu asiento a la hora de la comida.
Existe un debate sobre si deberíamos siquiera reclinar nuestro asiento, considerando que el espacio para el pasajero de atrás se vuelve todavía más reducido. Pero lo definitivo es que no debes reclinarlo cuando sirven la comida, pues tu vecino ni siquiera será capaz de acomodar su bandeja o comer de manera cómoda.
Probar un medicamento por primera vez.
¿Dónde te gustaría comprobar que una sustancia es demasiado fuerte o te produce alergia? ¿En casa, desde donde puedes acudir a un médico, o en una cabina a 10 mil metros de altura, durante un vuelo trasatlántico. Nunca tomes una medicina al viajar si no has hecho una prueba en tu hogar.
Abusar del botón de ayuda.
La función más importante de las sobrecargos es mantener la seguridad a bordo, no cumplir cada uno de tus caprichos. Si te sientes mal o tienes sed durante un vuelo nocturno y tu compañero está durmiendo, es perfectamente comprensible que llames a la sobrecargo. Pero si la tripulación está sirviendo la cena, está fuera de lugar que presiones el botón indiscriminadamente.
Poner tu equipaje de mano en un compartimento lejos de tu asiento.
No sólo te ganas el odio de una parte de los pasajeros a bordo, sino causas desorden cuando el avión llega a su destino. Los viajeros que no alcanzaron a meter su maleta en el compartimento que está sobre su asiento (gracias a ti), frecuentemente tienen que acomodarla varias filas detrás de ellos; a la hora de descender, deben avanzar en sentido contrario y luego regresar hacia la salida.
Usar el compartimento del equipaje para algo que podría acomodarse bajo el asiento.
Por favor, no seas esa persona que extiende su abrigo por el espacio para las maletas, impidiendo que el vecino guarde su equipaje. Las mochilas pequeñas y prendas de ropa pueden acomodarse por debajo del asiento frente a ti.
Extender tus pies hacia el asiento de enfrente.
Es perfectamente comprensible que quieras quitarte los zapatos, sobre todo en vuelos largos. Sin embargo, tampoco es justificación para estirar tus pies hacia el reposabrazos ajeno. Y, por tu bien, no se te ocurra ir descalzo al baño.
Invadir el espacio de otros.
De nuevo, entendemos que los lugares en cabina se vuelven cada vez más estrechos con el paso de los años. Pero, ¿qué culpa tienen los otros viajeros? Hay pequeñas cosas que puedes evitar, como acaparar los reposabrazos (sobre todo si se lo quitas al pobre individuo que va en el asiento del medio) o deslizar tu cola de caballo por detrás de tu asiento, tapando la pantalla.