Cientos de millones de fragmentos de plástico se encuentran varados en un archipiélago del océano Índico, una muestra más de la magnitud de esta contaminación mundial, anunciaron investigadores este jueves.

En total, se hallaron más de 400 millones de fragmentos que pesan unas 238 toneladas en las playas de arena blanca de las islas Cocos, un grupo de 27 atolones poblado de unos cientos de habitantes, a 2.100 km al oeste de Australia.



Pero según la bióloga Jennifer Lavers, cuyo estudio se publicó el jueves en la revista Nature Scientific Reports, estos pedazos en la superficie son solo la punta del iceberg.



La investigadora de la Universidad de Tasmania no está sorprendida: «Trabajo desde hace una quincena de años en islas remotas, y todas recibieron este tipo de restos», dijo a la AFP.

Pero «lo que me ha sorprendido más es que cavando la cantidad no disminuye».

Según el equipo, la cantidad real de plástico en las playas estudiadas, en las diferentes capas de arena, equivaldría a hasta 26 veces el volumen de los fragmentos visibles en la superficie.

Para estos investigadores, los estudios globales sobre los residuos tienden a «subestimar drásticamente el alcance de la acumulación».

La producción mundial de plástico sigue en pleno crecimiento, la mitad del volumen producido es de los últimos 13 años. Cada año, millones de toneladas acaban en los océanos, amenazando directamente a la fauna marina.

Para Jennifer Lavers, un hallazgo en un lugar tan remoto como las Cocos es fuente de gran preocupación.

«Los 5 giros [oceánicos] o ‘continentes de plástico’ suelen atraer, ¡pero las islas Cocos están lejos!», afirma, y señala que «el plástico está por todas partes, repartido por las corrientes, pequeñas o grandes».

Una buena parte de los desechos encontrados en el archipiélago son envoltorios de alimentos.

Para la científica, los modos de producción y de consumo (reutilización) deben revisarse si el mundo quiere acabar con esta «epidemia». «Algunos atolones recibieron tales cantidades [de plástico] que debemos preguntarnos sobre la manera en la que vivimos, incluido sobre nuestros objetos cotidianos», dice.