San Benedetto del Tronto, Italia. En la costa de Italia, bajo la luz de la luna, los pescadores capturan en las redes sepias y salmonetes. Pero también plástico y esta vez no lo tiran de vuelta al mar.

«Muchos de los pescadores solían echar de nuevo al mar los residuos plásticos porque la ley dice que no pueden traerlos a tierra» firme, explica Eleonora de Sabata, coordinadora de la oenegé Clean Sea Life.



Pescadores italianos capturan peces y residuos plásticos en sus redes, el 23 de mayo de 2019 en la costa de San Benedetto del Tronto, en Italia AFP/Archivos / Filippo MONTEFORTE

«No tienen derecho a transportar los desechos y en los puertos no hay un sitio para dejarlos», añade.

Ahora los 40 barcos pesqueros del puerto de San Benedetto del Tronto, en el mar Adriático, participan en un experimento de recogida y reciclaje de desechos. Estaba previsto que terminara el 7 de junio pero se prolongará todo el verano.



El objetivo es establecer protocolos que puedan aplicarse a toda Italia y a otros países para combatir las toneladas de desechos plásticos y otros residuos que caen en las redes de los pescadores.

Desde su comienzo los pescadores recogieron semanalmente una tonelada de desechos (el 60% plástico). Entre el 20 y el 25% puede reciclarse (todo depende del estado de conservación de los polímeros debido al agua marina), afirma Sabata. Otros se pueden quemar para generar energía.

– Un mar de plástico –

La mayoría son objetos de uso único, como botellas, platos y cubiertos, pero también hay redes viejas y todo tipo de trozos de plástico, desde bolsas de perfusión médicas a pedazos de aparatos de telefax.

«Veo plástico desde que comencé en el mar», asegura Claudio Uriani, un pescador de 62 años, mientras clasifica los desechos en cubos. El más lleno es el del plástico.

«Digamos que no siempre lo hemos recogido. Durante mucho tiempo no había nadie en tierra para encargarse de él», añade este marinero que pesca desde 1972. «Si los peces comen plástico se enferman y es posible que nosotros también».

Las islas de plástico flotando en los océanos son un problema general, pero sobre todo en el Mediterráneo, que por ser un mar cerrado, con mucha población a su alrededor, «registra en promedio la densidad de plástico más importante del mundo», con 250.000 millones de microplásticos, según el investigador François Galgani.

Según un estudio reciente de la Biblioteca Pública de Ciencias (Public Library of Science, PLOS), el Mediterráneo contiene entre 1.000 y 3.000 toneladas de plástico flotando, sin contar con lo que hay en el fondo del mar. A modo de ejemplo, el Nilo vierte cada año en él al menos 1.500 toneladas, según este estudio.

Con frecuencia se ven cachalotes encallados en la costa italiana, con el estómago lleno de plástico.

El Parlamento Europeo ha votado una normativa que prohíbe los artículos de plástico de uso único a partir de 2021 e Italia examina un proyecto de ley sobre el tratamiento de los desechos existentes.

– Un año para limpiar –

«Los pescadores prestan servicio a la comunidad trayendo los desechos a tierra firme, pero no son ellos los que tienen que pagar» por el procesamiento, sostiene Mauro Colarossi, responsable de la capitanía del puerto de San Benedetto del Tronto.

Según las estimaciones, el 80% de los desechos marinos proviene de la tierra y sólo el 20% de la industria pesquera.

«El interés de este experimento (llevado a cabo bajo el liderazgo de la oenegé Clean Sea Life) es determinar lo que hay en el fondo del mar, saber qué se puede reciclar y qué hacer» con estos desechos, explica De Sabata.

Se trata sobre todo de evitar la entrada de plástico en la cadena alimenticia (debido a que los peces lo ingieren) y que los residuos impidan o disminuyan la pesca (dañando las redes y contaminando los mares).

«El problema está en el mar pero la solución debe estar en tierra, hace falta una solución política, tenemos que pasar de la alerta a la acción», insiste De Sabata.

Tras una noche de pesca, los barcos regresan cargados de peces y desechos. «Si hiciéramos esto durante un año en vez de un mes, el mar estaría limpio», estima Stefano Voltattorni, capitán de un barco pesquero, mientras descarga una caja.