Ayer vimos que cuando nos enfocamos en Dios, estamos en una mejor posición para crecer en piedad y madurez. Cuando nuestro sufrimiento persiste, el Señor también puede tener otros propósitos en mente.

Aumentar nuestra confianza. Usted podría pensar que las personas más felices son las ricas o famosas; cuando en realidad son aquellas que están en paz con Dios porque su fe ha sido probada, y saben que desea lo mejor para ellas.



Fortalecer nuestra dependencia de Él. El apóstol Pablo testificó acerca de cómo su aguijón persistente le enseñó a confiar en la gracia y la fortaleza del Señor (2 Co 12.7-10). En vez de creer que podemos manejar las cosas por nuestra cuenta, también aprendemos a depender por completo de Dios cuando nuestras circunstancias nos dejan impotentes.



Manifestar la vida de Cristo en nosotros. Dios quiere que seamos un ejemplo vivo de la conducta y el carácter de Jesucristo. Por esta razón, usa el sufrimiento para tamizar, lijar y podar nuestra vida. Pero en esos duros tiempos de vicisitudes, también nos sostiene, proveyendo todo lo que necesitamos para perseverar.

Purificar nuestros corazones. En el Sermón del monte, Jesucristo dijo que los de corazón puro son bienaventurados, porque verán a Dios (Mt 5.8). La purificación de nuestro corazón es un proceso continuo. A veces las situaciones difíciles son necesarias para identificar lo que nos impide deleitarnos en nuestra relación con Dios.

¿Confía en que Dios le ama y desea lo mejor para usted? Decida ser más receptivo a la obra que Él quiere hacer en su vida por medio del dolor.

Fuente: Encontacto.org