Francotiradores de la policía brasileña abatieron a un individuo que este martes mantuvo durante casi cuatro horas como rehenes a los pasajeros de un autobús, en el puente que une Rio de Janeiro con la vecina ciudad de Niterói, informaron las autoridades.

«Fue necesario disparar», declaró a la televisión Globo News el coronel Mauro Fliess. El secuestrador de 20 años, identificado como Willian Augusto da Silva por los medios, retuvo el autobús con 37 personas a bordo a las 05H30 locales (08H30), y liberó a seis antes de ser abatido casi cuatro horas después.

El teniente coronel Maurílio Nunes calificó a Da Silva de «psicótico». El hombre habría colocado botellas plásticas cortadas por la mitad y rellenas con gasolina dentro del autobús, agregó el oficial.

El secuestrador, que vestía una camiseta blanca, un pantalón oscuro y cubría parcialmente su rostro, fue impactado al salir brevemente del autobús que permaneció detenido en el puente que es un importante punto de tránsito en la región. Ningún rehén resultó herido, precisó la policía militar tras la operación. Da Silva fue llevado al hospital, donde falleció, según un comunicado de la policía.

Da Silva cargaba un arma falsa, confirmó la policía horas después del fin de la operación.

La televisión transmitió en vivo los eventos en el puente cuyos canales estuvieron bloqueados durante horas creando un fuerte congestionamiento de vehículos.

Después de los disparos, las imágenes en vivo mostraron a las personas apostadas en el puente aplaudiendo y celebrando la acción. Ambulancias se acercaron al autobús verde y blanco detenido allí desde la madrugada.

La policía intentó negociar desde temprano con el secuestrador. Algunos rehenes declararon a la televisión local que el hombre no hirió a nadie, pero que amenazó con prender fuego el autobús.

– «Yo imaginaba que iba a morir» –

«Detuvo al chofer, anunció que el autobús sería secuestrado, no pidió nuestras cosas, nos amarró las manos y pidió cerrar las cortinas», contó al canal Globo News Hans Moreno, uno de los rehenes. «Estaba muy calmado, muy tranquilo», agregó.

«Yo imaginaba que iba a morir», comentó aún visiblemente nervioso Walter Freire, otro de los rehenes que concedió una entrevista a la televisión. «Gracias a dios que la policía actuó bien».

«Lo ideal es que todos salieran vivos, pero tuvimos que tomar una decisión de salvar a los rehenes», señaló de su lado el gobernador de Rio de Janeiro, Wilson Witzel, antes de felicitar a la policía por la operación.

El gobernador llegó al puente en helicóptero y al bajar de la aeronave festejó el fin de la operación, lo que generó algunas críticas en las redes sociales. Rio de Janeiro, capital del estado homónimo, tiene una población de 6,3 millones de personas y vive escenas cotidianas de violencia.

Witzel confirmó la muerte del secuestrador y dijo que había conversado con sus familiares. Consultado sobre la motivación del atacante, indicó que podría ser una persona que estaba sufriendo «algún trastorno».

«Vamos a profundizar ahora para ver cuál era la causa», agregó al precisar que contrario a lo dicho inicialmente por algunos medios locales, este hombre no era policía.

Antes de la acción policial que terminó con la muerte del secuestrador, el presidente Jair Bolsonaro dijo a periodistas, en su residencia oficial en Brasilia, que está de acuerdo con el uso de francotiradores. «No tienen que tener pena», afirmó, recordando casos similares que han ocurrido antes.

El secuestro de autobuses tiene algunos precedentes en Rio. En agosto de 2011, uno de ellos dejó tres heridos en pleno centro de la ciudad.

En junio de 2000, una rehén fue asesinada y el atacante falleció tras ser capturado por las autoridades. Ese hecho inspiró una película.