No debemos esperar que la vida cristiana sea fácil y cómoda, ya que los creyentes no estamos exentos de pruebas. De hecho, creer en Cristo puede resultar en más problemas y sufrimiento. Pedro se refiere a tales dificultades como una “prueba de fuego”, y nos dice que no nos sorprendamos (1 P 4.12). Dios usa nuestro sufrimiento para sus buenos propósitos. La esperanza en medio de la aflicción es posible cuando entendemos lo que Dios hace en la situación.

PRIMERO, EL PADRE CELESTIAL USA EXPERIENCIAS DOLOROSAS PARA PURIFICARNOS. Las pruebas nos dirigen al Señor y abren nuestros ojos a los pecados que hemos tolerado. Su disciplina no está concebida para aplastarnos, sino para producir “el fruto apacible de justicia” (He 12.11).



SEGUNDO, EL SEÑOR PERMITE LA DIFICULTAD COMO UNA MANERA DE PROBARNOS. Su objetivo es producir mayor fe, paciencia y devoción. En vez de quejarnos, debemos regocijarnos en nuestras tribulaciones, al saber que ellas nos ayudan a madurar en el Señor por medio de la prueba de nuestro carácter (Ro 5.3, 4).

TERCERO, DIOS USA EL SUFRIMIENTO PARA MANIFESTAR SU PODER. Las pruebas nos enseñan humildad al revelar nuestras debilidades (2 Co 12.7-10). Nos enseñan a depender del Señor para perseverar y madurar.



CUARTO, NUESTRO SUFRIMIENTO TIENE BENEFICIOS ETERNOS. La aflicción terrenal “produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (1 P 4.17)

Permita que estas verdades le animen y así pueda ver su próxima prueba desde la perspectiva de Dios. Aunque es posible que no lo sienta en ese momento, el Señor está con usted. Él es su esperanza y todo lo que necesita.

Fuente Encontacto.org