Cualquiera que haya luchado con el miedo y la ansiedad, comprende la dificultad de superar estos sentimientos. Gedeón fue un hombre que experimentó un gran temor, porque vivió cuando Israel estaba siendo oprimido por los madianitas como resultado de su rebelión contra Dios.

Las condiciones se habían vuelto tan críticas, que Gedeón estaba trillando grano en una prensa de vino para que el enemigo no pensara en robarla. Fue en este peor momento de su vida, que el ángel del Señor se le apareció y le dijo que liberara a Israel de los madianitas. ¡Imagínese su estrés! Él mismo no se consideraba un gran guerrero, y se sentía incompetente para la tarea.



El problema de Gedeón era su enfoque. A pesar de estar seguro de que Dios estaba con él, vio la situación con ojos humanos y concluyó que el Señor había abandonado a Israel. Luego se vio desde esa misma perspectiva, y enumeró todas las razones por las que él no era quien debía liberar a Israel. Pero el Señor respondió de nuevo, diciendo: “Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre” (Jue 6.16).



Al igual que Gedeón, nosotros también somos propensos a enfocarnos en nuestra debilidad e incapacidad, en vez de contar con lo que sabemos que es verdad acerca del Señor. Podemos pensar en mil razones por las cuales preocuparnos, en lugar de recordar la fidelidad de Dios en el pasado y la certeza de sus promesas en cuanto al futuro.

Perseverar en medio de la ansiedad es más fácil cuando conocemos a Dios, creemos en su Palabra y confiamos en Él sin ninguna duda. En el proceso, descubriremos que nuestra ansiedad es superada por la paz.

Fuente Encontacto.org