Una pequeña pintura al temple se pasó años adornando la cocina de una anciana. su propietaria creía que era una obra sin importancia, pero en realidad se trataba de una parte de un díptico creado por Cenni di Pepo Cimabue, el maestro de Giotto, en 1280. Una vez subastada, logró el precio más alto para una obra prerrenacentista

El comprador recibió el Cristo burlado tras abonar 24,18 millones de euros. La parte más fascinante de la historia, sin embargo, es que es una obra desconocida hasta hace poco. Su vieja dueña la hizo evaluar, casi por error, después de haberla retenido durante mucho tiempo colgada en una pared de su casa. Siempre la había visto allí y creía que era un ícono religioso trivial.



El pequeño cuadro subastado (AP)

La pintura, un temple sobre madera pequeña (25,8 sobre 20,3 cm), es la primera obra del gran predecesor de Giotto que se ha subastado en décadas. La pintura, sin firma, cuya datación probable se remonta a alrededor del año 1280, se encontró en excelentes condiciones, cubierta apenas con una capa de suciedad, afortunadamente fácil de quitar.

La dueña era una señora que vive en Compiègne, una ciudad ubicada a unos cincuenta kilómetros al noreste de París. Siempre pensó que no valía casi nada, hasta que, no se sabe si por curiosidad o algún motivo económico, mostró el cuadro a la casa de subastas para que hicieran una evaluación.



La obra fue sometido a una reflectografía infrarroja, que confirmó su autenticidad. En particular, se supo que el Cristo burlado es parte de un díptico del autor toscano compuesto por 8 paneles, que representan las escenas de la Pasión. De estos, solo dos se conocían físicamente hasta ahora: la Flagelación de Cristo (Colección Frick, Nueva York) y la Majestad con dos ángeles, ubicada en la Galería Nacional de Londres.

La pintura, que muestra al Cristo rodeado por una multitud que lo escudriña, con expresiones que incluyen el desprecio, ocupaba el lado izquierdo del díptico. Cimabue, también conocido como Cenni di Pepo, fue un pintor florentino que vivió entre el 1240 y el 1302 y es uno de los grandes innovadores prerrenacentistas, capaz de superar la pintura bizantina y su formalismo y sus imágenes codificadas por el dogma.

Está entre los primeros en usar la perspectiva, lo que le permitió dar “alma” a las figuras humanas. Aun así, hasta hoy en día no han llegado más que una docena de sus obras, una cifra que hace que la secuencia de eventos de las últimas semanas parezca aún más sensacional.